El imperio, un sacrificio. De los aztecas a la actualidad

La dinámica del imperio
Sobre la racionalización de la sangre, que hemos visto en los días anteriores, se ha construido el imperio azteca de un modo admirable y patológico. Se trata de un imperio (un orden social) que ha durado más de un siglo, expresándose en formas de alta cultura elevada sobre los pies de barro de la violencia (si se permite citar el símbolo de Dan 2). Todos los imperios de este mundo han sido, al menos en su base, racionalizaciones de la violencia. Especialmente violento ha sido el azteca. Su misma fe religiosa se ha expresado y expandido luego en mil formas de violencia florida, festiva, que llena los espacios de la vida agrícola y social.
Toda la vida se interpreta así como una especie de guerra florida o ritual en contra de unos enemigos a quienes siempre hay que vencer pero nunca aniquilar (pues si lo hacemos ya no pueden ser cantera de nuevos sacrificios). La vida del mundo es un camino duro, una lucha hermosa y difícil. Todo lo que existe se consigue y mantiene por el sacrificio. La fiesta es siempre muerte; la muerte es el momento supremo de la fiesta. Recordemos un ejemplo:
El sacrificio del mes de Tóxclatl
- Al quinto mes llamaban tóxclatl. En este mes hacían fista y pascua a honra del principal Dios llamado Texcalipuca (=espejo que hace aparecer las cosas; un título antiguo del Dios supremo)... En esta fiesta mataban un mancebo muy acabado en disposición al cual habían criado por espacio de un año en deleites. Decían que era imagen de Texcalipuca. En matando al mancebo que estaba de un año criado, luego ponían otro en su lugar para criarle por espacio de un año; y de estos tenían muchos guardados para que luego sucediese otro al que había muerto. Escogíanlo entre los cuativos, os más gentiles hombres, los más hábiles y bien dispuestos que se pudiesen haber, y sin tacha ninguna corporal.
- Al mancebo que se criaba para matarle en esta fiesta enseñábanle con gran diligencia que supiese bien tañer una flauta, y para que supiese tomar y traer las cañas de humo y las flores, según que se acostumbra entre los señores y palacianos... Luego que ese mancebo era diputado para morir en la fiesta de este Dios comenzaba a andar tañendo su flauta por las calles, con sus flores y su caña de humo; tenía libertad de noche y de día de andar por todo el pueblo, y andaban con él acompañándole siempre ocho pajes ataviados a manera de palacio.
- Y siendo publicado este mancebo para ser sacrificado en la pascua, luego el Señor (el rey) le ataviaba con atavíos preciosos y curiosos, porque ya le tenía como en lugar de Dios y entintábanle todo el cuerpo y la cara; emplumábanle la cabeza con plumas de gallina... Cubríanle con una manta rica, hecha a manera de red... Poníanle también unos cascabeles de oro en las piernas, que iba sonando por dondequiera que iba.
- Veinte días antes de llegar esta fiesta mudávanle las vestiduras ... y casábanle con cuatro doncellas con las cuales tenía conversación aquellos veinte días que restaban de su vida; y cortábanle los cabellos a la manera que los usaban los capitanes...Y las cuatro doncellas que le daban por sus mujeres también eran criadas en mucho regalo para aquel efecto. Poníanles los nombres de cuatro diosas.
- Cinco días antes de llegar a la fiesta donde habían de sacrificar a este mancebo honrábanle como a Dios. El Señor se quedaba sólo en su casa y todos los de la corte le seguían y se hacían solemnes banquetes y areitos (=bailes) con ricos atavíos.
- Acabada esta cuarta fiesta poníanle en una canoa en la que el Señor solía andar, cubierta con su toldo, y con él a sus mujeres que le iban consolando....Y en Chalco le dexaban sus mujeres y toda la otra gente y se volvían para la ciudad. Solamente le acompañaban aquellos ocho pajes que habían andado con el todo el año.
- Llevábanle luego a un cu (=templo) pequeño y mal aliñado que estaba orilla del camino y fuera en despoblado, distante de la ciudad una legua o casi; llegado a las grandes del cu él mismo se subía por las gradas arriba, y en la primera grada hacía pedazos una de las flautas con que tañía en el tiempo de su prosperidad y en la segunda hacía pedazos otra y en la tercera otra, y así las acababa todas, subiendo por las gradas. Llegando arriba, a lo más alto del cu, estaban aparejados los sátrapas que le habían de matar, y tomábanle, echábanle sobre el tajón de piedra y teniéndole por los pies y por las manos y por la cabeza, echado de espaldas sobre el tajón, el que tenía el cuchillo de piedra metíaselo por los pechos con un gran golpe, y tornándolo a sacar, metía la mano por la cortadura que había hecho el cuchillo y arrancábale el corazón y ofrecíanselo luego al Sol.
El mancebo sacrificado y el Dios del sacrificio
El mancebo sacrificado es por una parte signo del gran Dios Tezcalipuca (creador original), apareciendo al mismo tiempo como representante del mismo Señor Supremo, es decir, del Emperador. Como verdadero Dios y Rey de la ciudad vive a lo largo del año, rodeado de sus pajes, en gesto de placer, de música y flores. Claramente aparece como el Dios esposo, acompañado al final del año por las cuatro diosas, sus esposas, signo de toda la deidad femenina.
Este mancebo representa la libertad y el gozo de la vida, a lo largo de todo el año. Es la encarnación viviente del Dios, es representante del imperio (de su Señor). Por eso hace todo lo que quiere, rodeado de música y flores. Es evidente que él mismo tiene que aceptar de alguna forma su destino, pues de lo contrario no podría representar a las veras su "papel". Asume así su nueva identidad, siendo como una representación viviente del misterio (destino) de la vida y de la muerte a lo largo del año, con sus campanillas que recuerdan a todos los aztecas el destino de la ciudad y del imperio, de Dios y de los hombres: sólo muriendo surge vida.
Dentro de la cosmovisión azteca, este mancebo aparece como Dios y hombre verdadero. El representa de algún modo el gozo de la misma muerte. Resulta todavía conmovedora la última travesía por el lago, la soledad final (le dejan las mujeres), el silencio sobre las gradas del cu (va rompiendo sus flautas), para quedarse a fin a solas con la muerte ritual.
En esta pascua del quinto mes se celebraba también el triunfo y destino del mismo Uitzilipochtli, llevado en procesión por la ciudad. Moría el mancebo fuera, sobre el pequeño cu del despoblado. Triunfaba Uitzilipochtli, el Dios sol, en la ciudad engalanada, iniciando un baile grande que duraba todo el día. Moría y triunfaba el mismo Dios, en gesto de constante regeneración. Sobre esa muerte despiadada y festiva de Dios construían el camino de su vida difícil los humanos.
Conclusión
He desarrollado ampliamente este tema en Violencia y religión en la historia de Occidente, (Tirant lo Blach, Valencia 2005), para destacar los rasgos violentos de todos los "imperios" que hasta ahora han reinado sobre el mundo. Algunos han pensado que no es una casualidad que los Aztecas llegaran a México entre el siglo XIV y el XV procedentes de las tierras que actualmente forman parte de los Estados Unidos de América. Posiblemente no es casualidad, pero ellos podrían haber venido de cualquier otro lugar de la tierra.
(Textos tomados de B. de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España (1569); buena edición manual con bibliografía por J.C. Temprano en Historia 16, Madrid 1990. He desarrollado el tema en Hombre y mujer en las religiones, Verbo Divino, Estella 1997)