Nosotros, los latinoeuropeos (P. Zabala)

Lo he visto en México, aprendiendo, enseñando, compartiendo, en una casa común, con el riesgo de un tipo de América distinta, allí arriba, pero con la certeza de que algo empieza a marchar, en ritmo latino.
Lo he visto y lo he sentido, redactando mi último cuaderno sobre Europa, publicado por la Facultad de Teología fundamental de Murcia, que presentaré en este blog...
Lo estoy viendo cada vez más claramente. Somos una Europa distinta, y tenemos que marcar nuestra identidad, nosotros los latino-europeos, con vascos a un lado, griegos y eslavos del sur al otro, turcos y árabe en el oriente, con los judíos... y toda América hispana o latina al otro lado.
Somos una Europa distinta, y no podemos vivir bajo el dictado de otra Europa germana, que es buena a su modo, pero no es nuestra, por cultura, experiencia, religión...
Siga leyendo las reflexiones de Pedro quien quiera saber más sobre el tema, y opinar si desea, sabiendo que debemos dialogar con África, al otro lado de pequeño mar nuestro (Mare Nostrum), abriéndonos también al Oriente Cercano... al otro lado de la esquina, dando la mano a Grecia, nuestra hermana, con Israel y el mundo árabe... Tendremos que escoger un camino, estamos en la encrucijada. Gracias, Pedro.
Nosotros, los latinoeuropeos (P. Zabala)
Somos las gentes que poblamos los Estados de Portugal, España, Italia, Rumanía y Grecia. ¿Y Francia?. Ocupa un lugar intermedio entre la claridad meridional y su indudable vinculación germánica: su República, unitaria e indivisible, responde a su tradición franca y tiene dos ejemplos claros: la aniquilación de la cultura occitana y su política africana como potencia rival de los intereses anglosajones en ese neocolonialismo económico que practica, con el empleo cínico de sus tropas cuando le conviene.
Los latinoeuropeos nos singularizamos debido a nuestra geografía, nuestra cultura y nuestra historia, por la luminosidad de nuestro cielo frente a las brumas del norte; por esos focos culturales que nos iluminan: Atenas, Jerusalén, Roma; por el cálido encuentro que practicamos cara a cara en nuestras plazas y calles donde discurre nuestra vida tanto como en los recintos de nuestras casas; por el cultivo de la vid y el consumo del vino, nuestra bebida común; por la inclinación a lo concreto, nuestra valoración de la familia, de la amistad y de la vecindad como columnas de nuestra sociedad; por nuestra apetencia de autogobiernos locales frente a la lejanía de poderes centrales.
Actualmente, debido a nuestra inserción en esa Europa de mercaderes que es la Unión europea somos sus parientes pobres, sometidos a sus injustas reglas de austeridad, en beneficio del norte germánico y de sus servidores, los poderosos económicos y políticos de nuestros países, a cuya posición han llegado debido a nuestra desidia democrática. Además estamos obligados, fundamentalmente Italia y España, a convertirnos en la frontera blindada del sur de esta Europa egoísta frente a los hambrientos y refugiados que huyen de sus países en busca de los alimentos y paz que no tienen en sus lugares de origen por culpa de sus gobiernos tiránicos sostenidos por multinacionales y potencias que hoy les niegan el acceso.
Los latinoeuropeos tenemos graves problemas, cuya resolución parece lejana, mientras no tengamos conciencia clara de esa comunidad que formamos. Los contactos de nuestros gobiernos se reducen a encuentros bilaterales, sin que hayan sentido la necesidad de programar un frente común. Sólo, empujando desde la base y cambiando esos gobiernos, podremos diagnosticarlos en profundidad y abordarlos. Señalaré los, a mi juicio, más importantes:
*Sentar las bases de otra relación justa y cooperadora con nuestros hermanos de la otra orilla del Mediterráneo. Algunos de ellos están ya en nuestras ciudades, donde han venido en busca de trabajo. Con respeto a sus peculiariedades culturales y religiosas, hemos de fomentar una convivencia pacífica, a partir de los Derechos Fundamentales de las personas. Esto supone la no admisión de fundamentalismos religiosos o políticos que llevan consigo el germen del odio, la intolerancia y la violencia.
*La idolatría del Estado-Nación (bien los actuales o los que pretenden crear fuerzas secesionistas) con su rigidez impermeable. Hemos de impulsar la porosidad abierta tanto hacia adentro, admitiendo la convivencia armoniosa de varias naciones culturales, con sus pluralidades culturales y lingüísticas, en formulaciones federativas, como hacia fuera. La ridícula pretensión nacionalista de imponer coactivamente una cultura propia choca de lleno con la permeabilidad unida indisolublemente a la auténtica cultura (Estamos celebrando el centenario del Greco, aquel griego nacido en Creta, formado artísticamente en Italia y cuya obra madura se desarrolló en Toledo).
*Una falsa e insuficiente secularización que lleva, por un lado, a la continua injerencia de las jerarquías eclesiales en la vida política, como a la pretensión del laicismo beligerante de reducir las creencias religiosas al ámbito privado. El Estado debe ser laico, sin imponer ninguna ética, pero debe respetar que en la sociedad dialoguen pública y pacíficamente las diversas ofertas de sentido y de búsqueda de vida feliz, sean creyentes o no.
*La creciente extensión de movimientos populistas y xenófobos, con sus fobias hacia el pueblo romaní y los emigrantes. Lo peor no es sólo su expansión, sino cómo contaminan de sus propuestas a los partidos mayoritarios. La incultura y el miedo del vulgo puede ver con facilidad en esas minorías el peligro para su estabilidad. Muchos de las pseudoargumentaciones que emplean se repiten en los medios de comunicación y responden a criterios de los actuales gobernantes. La defensa enérgica de los Derechos Fundamentales, de todos y cada uno, y para todas las personas es la única respuesta eficaz.
*La creciente desigualdad social, con bolsas crecientes de pobreza, moderada y severa, en todos nuestros países es un gravísimo problema que las recetas neoliberales han creado y tienden a aumentarla.
*El conflicto entre el Estado de Israel y los palestinos, es un factor de desestabilización que nos afecta directamente. Una cosa es nuestra solidaridad con el pueblo judío víctima del holocausto genocida del nazismo y otra justificar que se someta a la población palestina a métodos de opresión y confinamiento que recuerdan aquella barbarie. Los atentados terroristas y la respuestas desproporcionadas de una ley del talión, arbitrariamente aplicada, agravan y cronifican el problema. ¿No pasará la solución no por crear dos Estados asimétricos, sino por un sólo Estado, con ciudadanos iguales ante la ley, en la que todos participen de los Derechos Civiles, Políticos, Jurídicos, Sociales, Económicos y Culturales, con igualdad de acceso al agua y a la tierra?.
*El Mediterráneo, nuestro viejo Mare Nostrum, sometido a una contaminación creciente, por vertidos incontrolados, pescas abusivas, limpieza de grandes buques, grandes bases militares costeras y la presencia de escuadras de superpotencias que han convertido nuestro mar en campo de maniobras para sus despliegue de fuerzas, cara a las zonas en conflicto.
¿Podría acabar esa enumeración de grandes problemas latinoeuropeos, sin referirme al necesario estrechamiento de lazos con nuestros hermanos latinos de las Américas?. Para que sea fructífero, ¿no ha de hacerse, desde nuestra común latinidad, vivida y ejercida, sin someternos a los dictados de la Europa de los mercaderes, ni a los intereses hegemónicos de la gran superpotencia?.