El niño que no fue querido. De las cabras al manicomio


En el spot anterior quise recordar y recordé de manera fragmentaria algunas de las cosas que tenía en la memoria. Pero varios me habéis respondido, en el mismo blog o por teléfono, preocupados por casos como aquel “niño de As Neves”, deseosos de ofrecer a las nuevas generaciones de niños un hogar más humano. Ciertamente, como decía Sofía “Los niños tienen una capacidad de resiliencia increíble, pero, con el paso del tiempo, hay cosas que ya no tienen remedio”. Sí, los niños tienen gran resistencia y pueden curarse muchas veces y crecer llenos de vida, como una flor en un estercolero. Pero a veces el estercolero es demasiado grande y no hay flor de niño que resista.
Pepe: era inocente, como un animal
Pepe me ha llamado, emocionado: ¡Pikaza, cómo lo recuerdo! Le he pedido que me escriba una memoria de aquello que sabe, pero me ha contestado que no sabe hacerlo, que lo suyo es el negocio. Me ha dicho: ¡Escribe tú, di que era como un animal, pero un animal bueno! Era la inocencia hecha cuerpo de joven. Sus gruñidos eran como la voz de la tierra, el sonido de una naturaleza viva que quería hablarnos y no podía, porque tiene miedo de nosotros. Yo le miré mucho a los ojos y nos tenía miedo. Era como si presintiera algo que no podía entender y se refugiaba de nuevo en sus pequeñas carreras a gatas y en sus gruñidos.
Así lo ha descrito Pepe, añadiendo que a veces, todavía, pasamos más de cuarenta años, le sigue rezando a Dios por el alma de aquel niño.
Manuel, la voz del profesor
Manuel Losada era otro de los estudiantes de Poio. Después ha sido muchas cosas en la gran viña de la vida de Dios. Ahora es profesor de psicología en la Universidad de Niteroi, Rio de Janeiro. Como estudiante de la vida le vio entonces. Como profesor le recuerda todavía. Así nos ha escrito.
""Si, Xabier, yo también he vivido esa historia. No tengo mayores detalles para acrecentar, tú sabes mucho y saber decir las cosas… Pero recuerdo su presencia abajo en el patio, o mejor en la cancha de baloncesto del Monasterio de Poyo. Estábamos lo que tú llamas el "niño-lobo" Das Neves, Antonio Vázquez, el médico y un grupo de estudiantes. Realmente la escena era impresionante, la recuerdo como si fuera ayer: él estaba de la mano de Antonio, que nos contaba la historia, triste historia. Creo que es un caso típico para la historia de la psicología, en la que se cuentan unos cincuenta casos parecidos: por falta de contacto con los padres, biológicos o no (falta de lenguaje, afecto, etc.) se quedan a la "puerta de lo humano", no entran el lenguaje, se les hace imposible la relación yo-tu. Xabier, yo también he utilizado mil veces ese caso en mis clases. Siempre me dan escalofríos cuando pienso en ello.
Me parece importantísimo lo que dices: el mundo de las máquinas puede ser peor que el mundo de las cabras, más frió, mucho más perverso. Hace unos meses estuvo aquí Antonio Vázquez, en Río dando unas conferencias y hablamos otra vez del caso: él tiene mucho que decir al respecto. Por el noticiario de la TV de aquí supimos últimamente de unos casos parecidos, pero no han creado ese impacto que parece que han causado en los periódicos españoles; no sé si nosotros (los de Brasil) estamos anestesiados viendo tanta miseria a cada día que nos embota la sensibilidad para ver otras cosas. Desde Rio Manuel Losada"".
(Gracias también a ti, Manuel, por la referencia psicológica y por decirnos que las máquinas a las que hoy confiamos a los niños pueden ser muchos peores que las cabras de As Neves. Losada es profesor, vio al niño y le sigue viendo como un caso antropológico, bueno para el estudio, para contarlo a los alumnos, como yo he venido haciendo muchos años).
Pep Palmitjà, una voz distinta: le dejamos en un manicomio
Quiero recoger también la palabras de Pep, compañero entonces en el Monasterio de Poio, trabajador más tarde al servicio de los presos y de los excluidos de la sociedad, viviendo con ellos y para ellos en el barrio de la Mina, en la zona del Besós de Barcelona, animador de un blog que se titula www.forumriberabesos.netm, hombre interesado por la justicia y la solidaridad. Lo que él ha escrito me ha hecho recordar cosas que casi olvidado (o que quizá había reprimido). Ha sido como una iluminación lo que nos ha dicho. Yo pensaba que el “niño abanado” (no quiero llamarle niño-lobo) había muerto pronto, en el hospital de Pontevedra. Pero no, él nos ha dicho y ahora lo recuerdo con dolor inmenso: no murió en el hospital, sino en el psiquiátrico central de Galicia, en el gran manicomio, que estaba entonces en Conxo, junto a Compostela, en el famoso manicomio general del Arzobispado de Santiago. Allí fuimos a verle, ahora lo recuerdo muy bien:
""¡Cuantas cosas compartidas, Xabier!
El recuerdo de este niño siempre me ha acompañado, desde un día que estando en Santiago -¿recuerdas?- fuimos con A. Vázquez al antiguo monasterio de Conxo, en aquellos momentos “manicomio provincial”, y pedisteis poder ver al niño Das Neves. Hacía pocos meses de su estancia en el monasterio. La religiosa responsable del pabellón, cargada de un manojo de llaves abrió la puerta, nos introdujo, volvió a cerrar y quedamos allá dentro rodeados por todo un colectivo de personas prácticamente desnudas, que articulaban sonidos que sobrecogían y que se hacían sus necesidades por los rincones de la sala. Tras un recorrido no sé por cuantas instituciones vuestro niño había ido a parar allí. Yo era el primer manicomio que visitaba. No solo no había tratamiento para estas personas sino que la falta de higiene y limpieza te golpeaba al entrar. (Fuera quedaba la grandeza muerta del arte y las piedras del antiguo monasterio de Conxo).
Entrasteis en la sala (estaba diseñada de manera que ubicados en un lugar de ella no les fuera fácil trasladarse a otro lugar de la misma) Tu rostro estaba cetrino y reconcentrado junto a A. Vázquez que hablaba para sí, en ese gallego cansino de las confidencias. Garrigós se adelantó. Yo quedé retrasado y rodeado por unos cuantos internos, junto a la puerta a la que la religiosa o el “carcelero” echaban la llave. Lo descubrió Manolo (Manolo es Garrigós, amigo del alma, madrileño, de familia de toreros y comerciantes de pieles ¡Dios te tenga en su cielo de fuertes amores, Manolo, amigo muerto!). Lo descubrió Manolo, dio el aviso y vinisteis por mí. Estuvimos allí unos minutos, pero fueron tan fuertes que tras ellos ese “territorio de exclusión y defensa social” me siguió persiguiendo de por vida.
Frente a esos miedos, el testimonio de G. Jofré (el creador del primer hospital para “dementes” de Europa, en Valencia) y su presencia en las piedras y documentos del archivo del monasterio del Puig de Valencia (donde Jofré había sido religioso mercedario, en el siglo XV) me fueron liberando. Y fue allí donde conocí a los que ya serían amigos/caminantes para toda la vida. Enriqueta Lloret, valenciana, nos abrió al espacio comprometido de la antipsiquiatria y nos inició en la búsqueda de alternativas para “locos” y “delincuentes”.
Desde entonces, yo he sentido siempre la presencia –cada vez más amada- del niño de Das Neves y el rechazo -cada día más radical- a los espacios y territorios de exclusión. ¡Y la suerte de haber tenido las lecciones frescas de psicología, en Poio, del maestro A. Vázquez! (Como envuelto en mucha tristeza me ha quedado el recuerdo de la figura de la religiosa responsable de la sala de aquellos “enfermos mentales crónicos”. Aún veo sus ojos que no parpadeaban, su hablar atropellado y sus manos nerviosas. ¡Llevaba, comentaba con A. Vázquez que se lo había preguntado, 15 años sin salir de allí!). Creo recordar que escribí un poema/oración por ella: "Oh, tú, bienaventurada suicida..."""
El recuerdo de Pep, un detonante.
Quiero darle gracias a Pep por las palabras anteriores: por su recuerdo y confidencia. Yo había casi olvidado ese dato de nuestro “último” encuentro con el niño Das Neves, encerrado como animal salvaje en un manicomio, tras las llaves de una religiosa buena, también encerrada allí, casi de por vida (¡quince años sin salir). No sé que era mejor: si las cabras del monte Das Neves… o las llaves de mayor manicomio de Galicia. ¿Sabes, Pep? Ahora lo recuerdo como si fuera un estallido de luz. Cuando salíamos de allí, Antonio concentrado en sus recuerdos más hondos, yo reconcentrado… Cuando salíamos de allí, yo iba penando: ¡Ahora, todos nosotros, volvemos a un convento bueno, a estudiar teología de la buena, dejando a este niño encerrado en un manicomio! Hubiera querido cambiar aquello, sacar al niño, llevarlo con nosotros… Pero no tuve valor, o no tuve medios, o tuve miedo. Y así quedó el niño en el manicomio, hasta morir de pena, poco después, en manos de una religiosa que no podía hacer más que ofrecerle su presencia.
Pensé que hubiera sido mejor dejar al niño con las cabras de la cuadra…, sin cerraduras, en el monte… Pensé que el manicomio era peor que el cobertizo de animales de su mundo antiguo… Ya lo sé, eran años duros, los años cincuenta y sesenta… No había los adelantos de ahora. Pero aquel manicomio no era el lugar adecuado para el niño de las cabras, a pesar del amor inmenso de aquella monja, Hija de la Caridad. Nos fuimos, él quedó. Hemos recorrido caminos muy distintos: Manolo murió joven, Manuel es famoso profesor, también Antonio, Pep es animador social, Pepe es comerciante, yo bloguero… Todos hemos quedado tocados por el niño das Neves. ¿Quiere alguno decirme qué podríamos haber hecho, qué deberíamos hacer hoy?
Joaquín, un poema
Joaquín ha recogido “la historia de una mixteca que conocí enamorado, una niña y a su hermano pequeño (otro ya había fallecido) afectad@s por un síndrome desconocido en la Montaña de Guerrero ("Chencha, poderosa mixteca" http://blogs.periodistadigital.com /romances.php/2006/06/20/ chencha_poderosa_mixteca_1). En otra aldea cercana había una familia que padecía la misma enfermedad genética. Pero a ellos los querían sus padres y quisieron curarlos. Por ella escribió Joaquín su poema:
Tú me enseñaste
lo que es capacidad, lo que es el cuerpo
lo que es humano más allá de lo posible
el fuego que nos hace, el fuego que me habita
Tus mejillas se encendían
sobre piel y huesos, tus ojos
brillaban más que las brasas de la casa
en que estabas recluida, postrada …
Nada podría aplastar tu sed de andar apenas, luz
Saliste de la tumba programada
Buscabas tu futuro con la madre
y con la hermana, con la abuela
que te acompañaba de visita a la terapeuta
nueva en la ciudad, lejos de la aldea
al menos una vez
Lo intentamos
La niña mixteca tenía madre, tenía hermana, tenía abuela… que no la abandonaron con las cabras, que tampoco la habrían abandonado nunca en un manicomio para ir a su convento. Era una niña con hermana-madre-abuela, una niña bendecida por todos los lazos de familia. Además, tenía a Joaquín, su enamorado. Nuestro niño de “As Neves” quedó sin sus cabras, para morir en un manicomio cerrado con llaves, a pesar del amor de la religiosa.
¿Se puede recordar la cordura de los idiotas?
Mientras hablábamos del tema por teléfono, Pepe me recordó el poema de Machado. Tendrás que recordarle, me decía. Tú nos dijiste un día que ese niño de As Neves era el más cuerdo de todos; que los locos, los idiotas éramos los demás. Yo lo había olvidado. Quizá lo dije un día, se dicen muchas cosas. Los versos de Machado que me ha citado Pepe, mi amigo, por teléfono son estos:
Es una tarde mustia y desabrida
de un otoño sin frutos, en la tierra
estéril y raída
donde la sombra de un centauro yerra.
Por un camino en la árida llanura,
entre álamos marchitos,
a solas con su sombra y su locura
va el loco, hablando a gritos.
El loco vocifera
a solas con su sombra y su quimera.
Es horrible y grotesca su figura;
flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,
ojos de calentura
iluminan su rostro demacrado.
Por los campos de Dios el loco avanza.
Tras la tierra esquelética y sequiza
—rojo de herrumbre y pardo de ceniza—
hay un sueño de lirio en lontananza.
Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano!
—¡Carne triste y espíritu villano!—
No fue por una trágica amargura
esta alma errante desgajada y rota;
purga un pecado ajeno: la cordura,
la terrible cordura del idiota
(Campos de Castilla (1907-1917)
Debí decirlo entonces. Hoy día: “purga un pecado ajeno: el egoísmo, el terrible egoísmo del idiota”.