Francisco dedica la misa de Santa Marta a los ancianos que sufren la reclusión “en soledad y con miedo” “Esta es la enfermedad de Dios: no tiene memoria, nos perdona siempre”

Francisco, mostrando el cuerpo de Cristo
Francisco, mostrando el cuerpo de Cristo

"Esto es el tesoro del diablo, que entra siempre, se acomoda en nuestros rencores, los hace crecer, los mantiene para destruirnos”

"Cuando vayamos a confesarnos, primero preguntémonos ¿yo perdono? Si yo siento que no perdono, no hagamos falsedad. Pedir perdón significa perdonar. Son dos cosas juntas, no se pueden separar"

“Cuando Dios perdona olvida todo el mal que has hecho. Algunos han dicho que es la enfermedad de Dios: no tiene memoria. Es capaz de perder la memoria en estos casos. Dios pierde la memoria de nuestros pecados, nos perdona y sigue adelante, pero nos pide hacer lo mismo. Aprende a perdonar”. El Papa recordó la orden de Jesús en su misa de hoy en Casa Santa Marta: 70 veces 7. Siempre. Perdonar siempre.

“No continúes con esta cruz del odio y el rencor, con el 'Me las pagarás'. Esta palabra no es cristiana ni humana”, señaló Francisco en una Eucaristía que, como todos los días desde que se extendió la pandemia, ofreció en streaming para todo el mundo. Hoy, dedicada a “los ancianos, que sufren en estos momentos de modo especial, con soledad grande, y a veces con tanto miedo”.

“Pidamos al Señor que esté cercano a nuestros abuelos y abuelas, a todos los ancianos, les dé fuerza. Ellos nos han dado la vida, la historia. Estemos cerca de ellos”

En su homilía, Bergoglio recordó el llamamiento a la unidad que hace Jesús a sus discípulos. “La unidad, la paz, la fraternidad entre los hermanos llama a la misericordia de Dios”. ¿Qué hay que hacer con los que nos ofenden? “Jesús responde con esa palabra que quiere decir 'Siempre'. 70 veces siete”.

Un momento de la misa en Santa Marta
Un momento de la misa en Santa Marta

Un corazón egoísta que no sabe perdonar

“Siempre se debe perdonar. Y no es fácil perdonar. Porque nuestro corazón egoísta siempre está pegado al odio, a las venganzas, a los rencores”, lamentó, recordando cómo “todos hemos visto familias destruidas de odios familiares, que pasan de una a otra generación, hermanos que delante del ataúd de sus padres no se saludan, porque llevan adelante rencores viejos”.

“Pareciera que es más fuerte apegarse al odio que al amor”, advirtió el Papa. “Esto es el tesoro del diablo, que entra siempre, se acomoda en nuestros rencores, los hace crecer, los mantiene para destruirnos”. Pero, incluso cuando el diablo destruye, “este Dios que no vino a condenar sino a perdonar, este Dios que es capaz de hacer fiesta por un pecador que se acerca y olvida todo”. Pero pide también que tú perdones.

Para entrar en el cielo hay que perdonar

“La generosidad de Jesús que nos enseña que para entrar en el cielo hay que perdonar. Nos recuerda que si vas a misa y recuerdas que tu hermano tiene algo en contra de ti, reconcíliate primero. No vengas a mí con el amor a a mí en una mano y el odio hacia le hermano en la otra”, añadió Bergoglio. “Coherencia de amor”, eso pide Jesús.

Francisco, durante la consagración
Francisco, durante la consagración

Y “perdonar de corazón”, porque “hay gente que vive condenando a gente, hablando mal de ellos, ensuciando a sus compañeros de trabajo, a sus vecinos, a sus parientes, porque no perdonan una cosa que no le ha gustado. La riqueza del diablo es esta: vivir apegado a no perdonar”.

“El perdón es condición para entrar en el cielo, la parábola que nos cuenta Jesús es muy clara”, concluyó el Papa, quien pidió “que el Señor nos enseñe esta sabiduría del perdón. Cuando vayamos a confesarnos, primero preguntémonos ¿yo perdono? Si yo siento que no perdono, no hagamos falsedad. Pedir perdón significa perdonar. Son dos cosas juntas, no se pueden separar”. Y, al menos, “perdonar por interés: si yo no perdono, no seré perdonado, al menos esto”.

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