¿Hasta cuándo permitiremos que el rencor ocupe el lugar del amor? ¿Hasta cuándo dejaremos que un pasado de agravios —quizás reales,quizás imaginados— nos robe el presente y herede a nuestros hijos un futuro de división? ORACIÓN POR LA RECONCILIACIÓN FAMILIAR, Y QUÉ RECONCILIACIÓN! En el espíritu de Jesús de Nazaret

Que en nuestras calles,  en nuestras plazas,  en nuestros hogares,se escuche un nuevo rumor: no el de los cuchicheos   y los reproches,sino el abrazo restaurador de los hermanos que,  al fin,   se reconcilian.

ORACIÓN POR LA RECONCILIACIÓN FAMILIAR, Y QUÉ RECONCILIACIÓN! En el espíritu de Jesús de Nazaret
ORACIÓN POR LA RECONCILIACIÓN FAMILIAR, Y QUÉ RECONCILIACIÓN! En el espíritu de Jesús de Nazaret Alfonso Olaz

ORACIÓN POR LA RECONCILIACIÓN FAMILIAR,

Y QUÉ RECONCILIACIÓN!

En el espíritu de Jesús de Nazaret

Señor Jesús, Príncipe de la Paz,
Tú que abominas el mal de la confrontación,
Tú que extendiste tus brazos en la cruz para unir al mundo entero,
mira con dolor cómo en el seno de nuestras familias
se levantan muros de orgullo,
se siembran palabras como cuchillos
y se riegan con silencio las semillas de la discordia.

Hermanos todos - creyentes y no creyentes -
escuchemos esta voz que clama no con debilidad,
sino con la fuerza de quien sabe que el odio es una cadena que nos hunde a todos.

¡Esta guerra entre hermanos,
esta lucha familiar que se arrastra por años,por generaciones,
debe terminar!

¿Hasta cuándo permitiremos que el rencor ocupe el lugar del amor?
¿Hasta cuándo dejaremos que un pasado de agravios
—quizás reales,quizás imaginados—
nos robe el presente y herede a nuestros hijos un futuro de división?

Miremos a nuestro alrededor:
esa persona a la que evitamos,
con la que no hablamos,
con la que compartimos sangre y apellido,
es un pedazo de nuestra propia historia.

Jesús, nuestro gran hermano de la alegría y la humildad,
nos enseña el camino.
Tu mensaje de reconciliación es para todos,
para quienes creen en Ti y para quienes no Te conocen,
para los de fe sencilla y para los que buscan en la duda,
porque el perdón y la paz son dones que ofreces a toda la humanidad.

Muéstranos que el antídoto para el veneno del orgullo es la humildad.
No la humillación,sino la valentía soberana de dar el primer paso.
La fuerza grandiosa de decir"basta" y tender una mano, aunque tiemble.

La reconciliación no es olvido cobarde; es memoria sanada.
Es decidir que el amor,que es más fuerte que la muerte,
sea también más fuerte que nuestro orgullo.
Es elegir que la herencia para nuestros hijos
no sea el pleito,sino la paz.
No sea el rencor,sino el reencuentro.

Mantegamos viva La Esperanza
porque donde hay dos corazones dispuestos,
allí estás Tú,Cristo, en medio de ellos,
aún cuando no reconozcan tu nombre.
Donde hay una grieta,Tú puedes ser el cemento
que una de nuevo lo que se ha quebrado.

No mañana.
No"cuando él o ella pida perdón primero".
Hoy.
En este momento,en nuestros corazones,
puede comenzar el milagro.
Rompamos el silencio.
Soltemos el orgullo.
Permitamos que tu gracia,Señor,
que alcanza a creyentes y no creyentes por igual,
obre el prodigio de la paz.

Que en nuestras calles, en nuestras plazas, en nuestros hogares,
se escuche un nuevo rumor:
no el de los cuchicheos y los reproches,
sino el abrazo restaurador de los hermanos que,al fin, se reconcilian.

Porque una familia unida
es el testimonio más poderoso
de que tu amor,Cristo, es real,
y es más fuerte que cualquier mal que intente confrontarnos.

¡Tengamos fe! ¡Tengamos valor!
La reconciliación es posible para todos,
para cada familia, para cada corazón dispuesto a perdonar.

Del Evangelio a la Vida.
De la Vida al Evangelio.

Amén.





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