Religión de íconos, religión personalista o de identidad con el amor de Dios ¿Qué tipo de religión cristiana reflejan sus prácticas?

"La religión que cada uno profesa se evidencia en lo que hace y en lo que vive en su relación con el prójimo"
"Hay otros que descubrimos la religión como la relación con un Tú, con Alguien. Y entonces es encuentro y diálogo; una experiencia en la que se manifiesta el amor, se confiesa el amor"
"Es una religión integral porque si bien encuentra y atiende al enfermo, al herido, también concibe el amor como una tarea de misericordia. Concibe lo divino como una tarea de misericordia y se vale de todos los elementos de la creación y de su relación con los demás"
"Es una religión integral porque si bien encuentra y atiende al enfermo, al herido, también concibe el amor como una tarea de misericordia. Concibe lo divino como una tarea de misericordia y se vale de todos los elementos de la creación y de su relación con los demás"
¿Cómo es su religión? ¿Qué tipo de religión cristiana reflejan sus prácticas? De eso se trata la parábola del buen samaritano. ¿Cómo es su religión? Porque en la parábola intervienen personas que ponen en evidencia cómo es religión de cada una. Y todo basado en una pregunta, ¿quién es mi prójimo? ¿Cómo puedo amar prójimo? De tal manera que la religión es un modo de describir cómo amo y cómo estoy unido a mi prójimo. De hecho, la palabra religión es re-ligare, volver a unir, re-legere, volver a leer, o re-elegire, volver a elegir.
Estas raíces no son meras curiosidades lingüísticas, sino formas simbólicas de comprender la dimensión religiosa como una tarea de reconexión, relectura y elección profunda. Para mostrar lo anterior, Raimon Panikkar recurre a tres etimologías distintas de la palabra religión: re-elegire (según San Agustín), re-legere (según Cicerón) y re-ligare (según Lactancio). Las etimologías, aunque con sus matices, nos remiten a una visión de la religión como aquella que vuelve a unir. Pero este religar no es algo que se restrinja al alma y al cuerpo, sino que involucra también al individuo y a la sociedad, a la humanidad y al cosmos. Entonces, la religión que cada uno profesa se evidencia en lo que hace y en lo que vive en su relación con el prójimo.
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Algunos han elegido una religión de acuerdo al modo como ven la existencia. Y la ven como la colección de una serie de elementos externos que, supuestamente, ellos solos, manifiestan que se es una persona religiosa; se cuelgan algunos signos, en sus espacios hay iconos, etc. Y entonces dicen, “aquí está mi religión”. Es una religión de iconos, una religión de objetos. Y está bien, porque finalmente el ser humano necesita símbolos, objetos que le hablen sobre lo que percibe de la realidad, su significado y el Misterio. Y entonces tiene espacios y lugares sagrados y dicen, “allí está mi religión”.
Eso fue lo que pasó tanto con el sacerdote como con el levita, los dos dedicados a las prácticas del templo. Y entonces para ellos la religión es el templo; ese espacio es más importante, es prioritario y por eso pasan junto al herido del camino y prefieren no contaminarse de la sangre del herido del camino, pero sí les interesa ir inmaculados a celebrar en su espacio sagrado, con sus signos sagrados. Esa es la religión que ellos escogieron. Y repito, es una religión que está bien porque ellos solo alcanzan a ver esto, no ven más. Pero resulta que necesitamos descubrir más. El Maestro Jesús nos revela más, y nos da esta parábola.
Hay otros que descubrimos la religión como la relación con un Tú, con Alguien. Y entonces es encuentro y diálogo; una experiencia en la que se manifiesta el amor, se confiesa el amor. El creyente de esa religión le dice a su Dios que lo ama y por tanto busca momentos de devoción; y esa persona experimenta o habla de que ese Dios lo ama, lo protege y lo cuida. En ese sentido, quienes van al templo, realizan también unos rituales comunitarios en donde le hablan a Dios y le dicen a Dios que creen en Él. Le cantan a Dios, le dicen a Dios que necesitan su protección y su cuidado. Y Dios es para estas personas Aquel que está en el templo, el único lugar en donde se ven con Él, y Él allí les hablará.
Entonces es una religión de relación entre yo y Tú. Y en ese sentido también el levita y el sacerdote responden a su nivel de percepción de su religión. No solo tienen un espacio, unos signos, sino que, además, van a unas liturgias con algunos preceptos que deben cumplir, como el no haberse manchado. Por eso no tocan al herido del camino, siguen derecho porque deben llegar allí limpios, inmaculados al culto en donde le hablan al Dios de tú a Tú. Es un diálogo. Además, se hace en comunidad, se hace con otros y esa es una forma de percibir su religión. Dicen ellos: “Mi religión es hacer culto hablando con Dios”.
Entonces ya tenemos dos formas de religión: una la que se basa solo en objetos a través de los cuales de algún modo yo percibo que estoy rodeado de cosas divinas porque son objetos especiales religiosos, espacios sagrados, y la otra es, una forma de culto en donde se le habla a Dios como a un Tú. Es un diálogo.
Pero aún falta una forma y es finalmente la que también nos anuncia el Maestro en esta parábola, y es descubrirse a sí mismo como una manifestación divina que es capaz de amar a todos. Es decir, el samaritano, que es un hombre cualquiera. Hoy día creemos que samaritano es símbolo de persona buena. No. En esa época el samaritano era un hombre, de un pueblo distinto al supuesto pueblo elegido. Y entonces este hombre se experimenta a sí mismo como presencia divina y es una presencia divina que los ama todos y que ama todo. Por eso, al ver al herido del camino, se detiene a amarlo. Amar es dedicarle tiempo, dedicarle cuidados, dedicarle atenciones. No solo se baja de su cabalgadura, se acerca, lo cura con aceite y vino, que son, además, elementos naturales que evidencian su conexión con la creación.
Este hombre conocía la creación, y por esto, no solo utiliza el aceite y el vino para sanarlo, sino que además asume en su cabalgadura el peso del herido, y asume también sus costos y lo deja en la posada. Es decir, alguien que se empeña en cuidar, porque se percibe a sí mismo como un sacerdote entre la vida divina, la vida humana y el cosmos. En la vida divina, porque si Dios nos ama tanto, yo mismo me percibo como presencia divina que ama; en el cosmos, porque están en todas las realidades materiales descritas en esta narración: en el camino, en la cabalgadura, el aceite, el vino, el dinero, la posada. Él sabe utilizar todo lo que hay, todo lo que está en el entorno. Y una persona que se ve a sí misma humana, profundamente humana, que siente, percibe y descubre que el herido del camino es su hermano, su prójimo, aquel que le está cercano y a quien debe amar.
No abandona al que está herido por dedicarse solo a un aspecto de la religión, como lo hicieron el sacerdote y el levita. Por el contrario, entiende su religión de modo integral. Es una religión integral porque si bien encuentra y atiende al enfermo, al herido, también concibe el amor como una tarea de misericordia. Concibe lo divino como una tarea de misericordia y se vale de todos los elementos de la creación y de su relación con los demás.
Por eso hasta le dice al posadero, “Cuida de él, volveré, te pagaré lo que gastes de demás.” Entonces, tenemos allí una respuesta a la pregunta. ¿Qué clase de religión tiene usted? ¿Qué clase de religión vive? ¿Cómo es su religión? ¿Su religión es solo tener objetos religiosos y espacios religiosos? ¿Su religión es solo ceremonias, cultos, liturgias en donde usted le habla a Dios? y repito, ambas están bien, o ¿su religión va más allá? ¿usted se descubre como ese Yo soy de Dios capaz de amar al otro y ser usted mismo quien hace una nueva liturgia ayudando al prójimo, siendo misericordioso y también sirviéndose de la creación, vinculando a otros? ¿cómo es su religión? Ese es el planteamiento que también nos queda detrás de esta parábola, que responde a la pregunta ¿quién es mi prójimo? ¿Quién es mi religión? ¿De qué modo te religas con todo? ¿De qué modo reinterpretas todo? ¿De qué modo relees todo?
Nosotros descubrimos que estos tres aspectos de la religión, de la forma de vivir la religión son importantes y lo descubrimos en nuestra práctica contemplativa, porque nuestra práctica no consiste solo en ser uno con Dios, sino en descubrir el amor al prójimo y que también estamos unidos a la creación, que también está disponible al servicio del bien que podamos hacer. Por esto es que nos sentamos, como parte de nuestra práctica. Nuestra religión es integral. Tenemos una espiritualidad integral que no deja ningún aspecto por fuera. Por eso ahora los invito a sentarse en silencio para hacer nuestra práctica contemplativa.
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