La esperanza de la paz

Colombia vive un clima de esperanza por la firma de los acuerdos de la paz. Pero ese inicio tiene todavía un camino largo y, como todos sabemos, con muchos tropiezos, entre ellos, los que parecen ser abanderados por la oposición para procesos de este tipo. Sin embargo, especialistas internacionales han manifestado la bondad de este tratado, su fortaleza y la capacidad de tener en cuenta muchos aspectos para garantizar que el acuerdo final pueda tener viabilidad. Llegar a este momento no puede hacerse sin una gran dosis de gratuidad y misericordia, sin una fe firme que se apoya en el Dios de la vida para seguir apostando por la salida dialogada y no por el vencimiento por la fuerza. Por eso es tan importante el apoyo de los cristianos a todo lo que de paso a la paz, a la vida, a la posibilidad de un nuevo comienzo. El que afirmemos que nuestro Dios es el Dios de la vida no es solamente para los buenos sino, como dice el evangelio, para los buenos y malos sobre los que Dios hace salir el sol cada día, por los que él se desvive en amor eternamente. Lógico que pueden haber retrocesos, engaños, errores, intereses creados, doble moral, como decimos. Pero sabiendo que todo eso puede pasar, nuestra fe no se ha de dejar intimidar por los temores sino, con actitud vigilante, seguir apostando por la paz. Justamente la paz es uno de los dones del resucitado. Cuando se aparece a sus discípulos así lo afirma: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como la da el mundo”, es decir, su paz que es auténtica y para siempre, no se deja abalar por las dificultades sino que sigue dándola así los seres humanos reneguemos tantas veces de los dones divinos. Su fidelidad es nuestra garantía y ha de ser la fuerza para seguir apostando por este proceso. Apoyemos pues, todos juntos, para hacer posible la paz en nuestro país.
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