Acción inducida, omisión partícipe: mártires a varias bandas.
Los mártires presuponen asesinos. ¡Los hay de tantos tipos! Los unos por acción perversa; los otros por omisión sangrante. Malo es que haya asesinos, pero tan malo es tener que vivir en una sociedad que los consiente por abandono o por mutismo.
No basta con quejarse y lamentarse de que haya asesinos, hay que dejarse la piel por capturarlos o desterrarlos. Si alguien ha matado, sea en nombre de Dios sea en nombre del Comunismo, todos los que se encomiendan a ese único dios que es el fanatismo comulgan con las mismas ideas: o sobra el asesino o sobra tal dios.
Y mientras alguien pretenda esgrimir el arma divina --insisto en las ideologías-- para matar, los amos no deben descansar hasta quitarles ese arma. El lamento del que sufre se ha de tornar condena fraterna.
Da lo mismo que fuera ayer, hace siglos u hoy. San Vicente Ferrer es recordado por algunos como el protector de los judíos (sí, protegió a los judíos en tanto en cuanto eran carne de conversión y se convirtieron, pero se olvida que él fue el impulsor de la Segunda Inquisición en la región de Valencia y que sus soflamas prendieron el fuego de su sangrienta persecución).
El Gran Jerarca Islámico o el Gran Muftí estaban al tanto de las matanzas a manos de fanáticos en Argelia: “Están locos, no saben lo que hacen” (Y con la boca pequeña: “Nosotros no tenemos que ver nada en todo eso, Dios no consiente matar en su nombre”). Mentira. Sus soflamas previas incendiaron las mentes.
Parecen no caer en la cuenta de que lo único importante para el hombre es su vida. Nada, nada... pero es que nada puede estar por encima del respeto a la vida.
Tampoco caen en la cuenta de que el derecho a matar en nombre de la fe puede convertirse en el deber de dejarse matar por otra fe.
Nadie es mártir por voluntad propia. No esgrima la Iglesia el fervor con que accedían al martirio los primeros cristianos porque esa engañifa convierte en tontos de baba a los que la dicen.
La Historia nos ha enseñado con meridana claridad que la lógica del mártir es la muerte, sea la propia o la del otro. Todos los fanáticos, los mártires cristianos entre ellos, han usado de una lógica aplastante.
Decían al gobernante: no obedezco tus leyes, sólo obedezco las de Dios y además si tú no crees lo que yo creo, te tengo que eliminar, porque es el mandato de Dios; si muero yo, no me importa, iré al cielo, pero si yo venzo serás tú quien sea eliminado del camino hacia Dios. Ayer los cristianos, hoy los musulmanes.
Por deducción de otros principios, también suyos, deberían saber que toda potestad viene de Dios y que ha de ser obedecida: ¿qué nueva concepción de la ley les imponía rebelarse? ¿Por qué lógica carente de toda lógica Franco era “Caudillo de España por la gracia de Dios” y Stalin el Satán de nuestro tiempo? (Otros decimos que lo fue, pero por otros motivos).
Persecución religiosa en España, venero de mártires y hoy santificandos. Furor comprensible pero no justificable. ¿Cinco mil, seis mil asesinatos? Con uno sólo ya era suficiente. Algunos "han subido a los altares". Mártires provechosos y aprovechados.
A este respecto hay otro problema para el que no encuentran solución: no saben qué hacer con las decenas de "juzgados" y "fusilados" por Franco, paladín de la fe, soldado de Cristo, instrumento de la Providencia.
Esto les sume en una perplejidad absoluta: la furia deicida descontrolada mata y se ensaña; la "justicia del representante de Dios" les somete a juicio severísimo y los encuentra culpables. ¿Pero no eran todos "empleados de Dios", "ungidos en Cristo", miembros de la misma Iglesia?