Allá por los años 60 llegó la TV al pueblo: "Con la Iglesia hemos dado, Sancho"

Quijote, parte II, cap. 9º.
Vayamos primero con el relato y allá cada uno con las interpretaciones, que las mías serán las que aquí consten.
Aunque a algunos les cueste creerlo, todavía hay gente de no muy "cierta edad" que en su niñez y primera juventud no conocían lo que era la TELEVISIÓN. Y recuerdan vivamente cómo llegó al pueblo, quién la trajo, cuál fue el primer programa que vieron, lo mal que se veía...
Lo cierto es que en mi pueblo, por entonces con unos 450 habitantes censados, hoy sólo 109, el primer aparato de TV lo instaló el dueño de lo que era a la vez bar-club-centro social-local para bailar... Hubo un tiempo en que el dueño de dicho local cobraba por ponernos la tele, quizá 50 céntimos(de peseta) quizá 1 pta...
Y allí, revueltos con los mayores, nos encontrábamos los más pequeños gozando de una a veces indefinida pantalla que entre níveos parpadeos dejaba entrever figuras que se movían. Casi como en un mal cine pero con más ruido y todo en blanco y gris.
Aquella tarde ponían un partido de fútbol interesante. En un momento determinado, todos callamos sintiendo las punzadas de la conciencia clavándose en lo más profundo del estómago: ¡estaba sonando la campana para acudir al rezo del "Santo Rosario!".
Nos mirábamos sin mirar temiendo que alguno se levantara y pusiera a los demás en vergüenza. Pero no, sólo uno dijo: "¿Qué? ¿Nos quedamos todos a ver el partido...?" Y así fue.
No habría transcurrido un cuarto de hora cuando se abrió de golpe la puerta del local y allí, con su sobrepelliz, roquete o vestidura blanca refulgente, erguida la figura, apareció "el señor cura". A todos nos invadió el bochorno y el temor.
--¿...con que viendo la televisión en vez de ir donde debíais? ¡¡Hala, todos a la iglesia!!.
Y los gritos conminativos los acompañaba con un buen pescozón en el cogote de los adolescentes según iban saliendo.

Nada hay como la edad, cierta edad, para sopesar acontecimientos y comparar situaciones. Hoy, en España, los creyentes-cristiano-católicos convencidos de su fe deben reafirmarla "luchando contra las circustancias", lo cual no es malo porque su vivencia se hace más consciente y personal.
Me explico: hoy la sociedad española, en sus prácticas, sentires y decires, no es creyente. Sí, tolera que la fe esté ahí al lado, comprende a los que creen, les da libertad para ejercer sus "viciosas" prácticas rituales. Pero no acepta de buen grado los credos ni consiente que determinadas costumbres, con sus prácticas derivadas, incidan en su vida personal.
Lógicamente esto duele a quienes todavía mantienen viva su fe. Muchos, en su recuerdo, dirán que los tiempos pasados fueron mejores.
Por eso mismo quienes no han vivido el férreo control que la fe ejercía sobre vidas y costumbres, no pueden caer en la cuenta ni valorar en sus justos términos de qué manera la Iglesia Católica ha ejercido una presión sofocante sobre el pueblo. Y durante siglos. Y el porqué de ciertas reacciones asesinas...
Defenderán los crédulos que el señorío que ejercía la Iglesia sobre la sociedad redundaba en bien de la gente, en preservación de las costumbres, en una mayor moralidad pública... Concedámoslo. Pero en este caso tendremos que deducir que la sociedad actual --con más libertad, más opciones vitales, más movilidad, más bienestar, mayor cultura...-- es una sociedad corrompida, entregada a la depravación, henchida de orgullo y digna de lástima.
Lo relatado arriba podría ser una anécdota hasta graciosa. Sin embargo contiene más "categoría" de lo que parece. Anécdota que no lo es tanto si extrapolamos la historieta a otros aspectos más relevantes de la vida: presencia en todos los actos sociales, laborales y políticos; monopolio educativo; semanas santas de cautiverio pietista, campañas de moralidad, misiones populares, la bula de la Santa Cruzada; rosario en familia, cursillos de cristiandad; informes de buena conducta; lecturas obligadas en el colegio...
Por cierto, he sabido que el cura de marras murió hace pocos meses en la residencia sacerdotal de Burgos. RIP. Se le recuerda como buena persona, que tampoco lo valiente quita lo cortés.