Curarse con un "porqué" continuo.
El que busca, pregunta. Preguntar siempre el “porqué” hace a todos científicos.
Los anglosajones hablan de las cinco “w” de la ética periodística, también del que busca la verdad (1). En español podríamos hablar de las cinco "k" fonéticas.
El porqué no tiene sosiego, pregunta, busca en los libros, estudia, se informa, siempre está ávido de cultura. Un "porqué" continuo posterga la muerte.
Y se pregunta por sus inquietudes, por sus dolencias, por sus sinsabores diarios; por qué el hijo tiene estas reacciones; qué es "lo que estoy haciendo mal"...
Y es que, en un mundo tan parcelado, igual de científico es el pastor que vive en contacto íntimo con la naturaleza como el Oppenheimer de turno.
Un físico nuclear gustará instruirse sobre el muestrario de hierbas que le presenta el pastor y aprenderá a gozar de la naturaleza de otra manera. O el filólogo que se queda maravillado ante el trabajo del ebanista.
Unos y otros tienen que regresar del empleo a la llamada vida diaria, a las pequeñas aventuras del reducido ámbito familiar o personal en que se mueven...
Ninguno de los dos sabe nada del otro, pero se necesitan. Juntos, cada uno en lo que hace, consiguen la plenitud de la persona.
El pago a un especialista por un servicio prestado induce al literato o al intelectual puro a preguntar el cómo y a querer hacerlo él mismo. Es el músico profesional que cultiva una huerta en su jardín.
Hombre total, hombre científico que gusta saber de todo, hombre que, al fin, es filósofo.
Y en este preguntarse continuo, nadie se ha de sentir arrinconado. El imparable avance de la electrónica ha dejado a la mayor parte de los hombres arrumbados e indefensos en las cunetas del saber.
Este hecho “técnico” podría derivar en pavor, rechazo o desamparo ante tal mundo, arcano y, por momentos, amenazante; podría hasta sentir el mismo miedo irracional que el primitivo experimentaba ante los fenómenos de la naturaleza.
Sin embargo ni es ni debe ser así, por el hecho de que los “productos” y manufacturas humanas se saben, sí, humanas y se aceptan con la naturalidad y orgullo del que se considera parte de la humanidad.
Y nadie se debe excluir de tal sentimiento, porque su sabiduría, la pequeña sabiduría que ejerce en la labor que le ha tocado ejercer, nadie la conoce mejor que él. También él, en su mínima parcela vital, es parte imprescindible en el progreso social.
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(1)Para no dejar al lector en la incertidumbre: who, what, where, when, why.(Quién, qué, cuándo, dónde, por qué).