¿DARWIN vs DEUS?: Doscientos años de evolucionismo( 2/3)

por EMÉRITO AGUSTO
¿Es posible seguir creyendo en Dios después de Darwin? ¿El hombre llega a ser hombre por manufactura de Dios o por evolución y obra de sí mismo?

Desde que en 1859 Darwin publicó su famoso libro El origen de las especies, la polémica en torno al alcance y los límites de esta teoría no ha dejado de ser objeto de airado debate.

Por entonces Darwin era fixista, así como un creyente devoto, es decir, opinaba que Dios había creado todas las especies tal como se conocían en aquel momento y que las había distribuido por la Tierra de la forma más conveniente para ellas. Así pues, ¿qué es lo que le llevó a afirmar que las especies se transformaban dando lugar a otras nuevas?

En primer lugar, como ya he dicho, la comprobación de los datos recogidos en las islas Galápagos. Una vez llegados a Londres, varios especialistas, como el ornitólogo John Gold o el paleontólogo y anatomista Richard Owen, estudiaron las muestras. Y le aseguraron que en cada grupo había especies distintas.

La teodicea de Paley y la obra de Malthus abrirían otro frente crítico al admitir el hambre o la extinción como efectos de una Creación que él suponía buena y perfecta.

No fue fácil para Darwin llevar en secreto su cambio de interpretación de la naturaleza y del lugar que ocupaba el hombre en ella. Sus dudas en materia de religión se iban haciendo cada vez mayores. ¿Cómo encajar el relato bíblico de la creación según el Génesis con la nueva teoría que estaba alumbrando?

La mayoría de los historiadores y biógrafos de Darwin concuerdan en que lo que frenó en aquel momento la publicación de sus ideas fue su total convencimiento del rechazo que recibirían, y de hecho recibieron, sus ideas por parte de la Iglesia anglicana y del establishment intelectual y político afín a ella.

Conflicto que le generó una preocupación que acabaría desembocando en la enfermedad que le acompañaría hasta su muerte. Inicialmente en su ensayo, Darwin evitó cualquier referencia al origen del hombre y a la acción del Creador.

Posteriormente, cayó en sus manos el libro del economista político Thomas Malthus:Ensayo sobre el principio de la población, publicado por primera vez en 1798. En este ensayo Malthus exponía su convencimiento de que la humanidad estaba abocada a una gran crisis debido al aumento de la población.

De seguir creciendo al ritmo que venía haciéndolo, Malthus preveía que en el futuro no habría recursos alimenticios suficientes para todos y entonces comenzaría la “competencia por la supervivencia”. En opinión de Malthus los grandes responsables de todo esto eran las clases más humildes puesto que se reproducían de una forma incontrolada.

En 1871 Darwin publica un nuevo libro, El origen del hombre. En esta obra se deja de remilgos y aplica su idea de que la selección natural es la causa de la aparición del hombre al igual que lo ha sido de los demás vivientes.

Los seres humanos también son el fruto de la selección natural y no el resultado de una creación divina. Asimismo expone que los humanos no ocupan un lugar especial en la naturaleza y que las facultades espirituales proceden de la materia por evolución gradual.

Para Darwin, la selección natural generaba de por sí una "perfección", pero eliminaba la necesidad de un “diseño divino”. Al tiempo, comprometía el lugar de ese “Dios bondadoso” en la Creación, al observar cómo algunos organismos paralizaban a otros para convertirlos en comida viviente para sus crías. Sin embargo, consideraba la vida como un conjunto de organismos perfectamente adaptados. En El Origen de las especies exponía algunos argumentos teológicos.

Para los que afirmaban que todas las especies las había creado Dios y le llamaban blasfemo, él tenía una respuesta: “Si de verdad Dios me ha creado, mi teoría también es creación suya”.

Darwin no niega a Dios. Pero como científico serio, honesto y objetivo, prescinde de él para llevar a cabo su labor investigadora. No se trata de “Darwin frente a Dios”, sino de “Darwin sin Dios”. Aunque era reticente a manifestar su opinión sobre cuestiones religiosas, en 1879 afirmó que nunca se había considerado un ateo, y que el término agnósticosería una descripción más correcta de mi estado de ánimo”.
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