El Dios que deja sufrir no puede ser Dios.

Pasó por una enfermedad grave, de la cual curó (quiero pensar que por el saber y buen hacer de los médicos y el cirujano que la operó). ¿O quizá no? Decía, nos decía, la enferma:

Sin la ayuda de Dios no hubiese podido soportar la enfermedad.


Contestación de quien piensa, de quien se opone a tales interpretaciones y de quien anima:

La naturaleza se defiende sola; el instinto de conservación lucha a muerte contra la misma muerte; las ganas de vivir hacen milagros; el amor de los que te rodean también es otro milagro de la naturaleza; el sentimiento de no haber cumplido la tarea que uno se ha impuesto en la vida, anima a mantenerse en la lucha...


Pensar que Dios no es sino un elemento de muerte, un "hágase tu voluntad" que "tira la toalla", un entregar todo a la fatalidad de lo que ha sucedido y de lo que tiene que suceder, un principio retardante de la curación... también es una deducción lógica que, lógicamente, provoca determinadas reacciones (1).

Añadamos más: cuando sucede algo que escapa de lo normal, bueno o malo, y se aparta del acontecer diario, la reflexión siempre es posterior y la religión es "ese algo reflexivo posterior" añadido. La religión "se aprovecha" de las situaciones vitales... si se la deja. --"No hubiese podido soportarlo ¡Claro que hubieses podido, posiblemente mejor! De hecho, has podido y ahí estás, de nuevo anclada en la vida.

Del dato anecdótico podemos pasar a las "grandes doctrinas". El motivo era que Dios sometía a prueba a los mortales para purificarles por sus pecados.

Esta grandiosa doctrina justificó que unos hombres se consideraran superiores a otros (son superiores aquellos que interpretan a Dios, aquellos que no sufren, aquellos que incitan a la resignación...)

Y justificó que unos estuvieran legitimados para explotar y oprimir a otros; que la esclavitud fuese algo natural; que la pobreza se considerara virtud; que la iniquidad de unos fuese virtuosa y la de los otros perversión y pecado; que se pudiese torturar por nefandos delitos “cometidos” sólo en la mente; que pueblos enteros fueran masacrados por idólatras; incluso que muchos niños fuesen abandonados...

Interpretaban a Dios y usurpaban el poder que dicen que tiene.

Monumental estafa doctrinal pero consuelo para nuestros días: las palabras de los templos no valían para las plazas. Y las plazas se han llenado de vida y los templos dormitan en la vejez y las tinieblas.
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(1)Su confesor le dijo --y yo estaba presente cuando lo dijo y doy fe de tales palabras--: Ten fe en Dios; si tienes que morir, confía en él... La piadosa mujer enferma y curada no le ha vuelto a dirigir la palabra desde entonces.
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