¡Herejes, que sois unos herejes!

No hace mucho tiempo, en el reinado de JP-2, la Iglesia nos regalaba con noticias frecuentes sobre la defenestración de teólogos no proclives a seguir la onda oficial.

Es sintomático a la par que curioso que todas las andanadas vaticanas fuerann dirigidas contra aquellos que, interpretando textos y pretextos, iban un paso por delante de la versión oficial. Pensadores a destiempo, que luego veían cofirmadas sus teorías por jerifaltes más "franciscanistas".

En cambio a quienes iban por la vida --de la fe-- arrastrando doctrinas obsoletas para reentronizarlas como "las auténticas" no sólo no les reprendían, por vetustos, sino que les canonizaban, aunque fueran ávidos de marquesados. Síntoma de vejez, esa querencia del viejo hacia su niñez o juventud, como la del toro que agoniza por las tablas protectoras.

Y no es un asunto de varas tauromáquicas, sino de otras varas. Miden con la corta a quienes disienten con el verbo y con la larga a quienes sienten por su cuenta sinsentidos credoides y rituales.

En otras palabras, es la la facilidad que tienen Roma y Sucursales para consentir herejías flagrantes de tal guisa que incluso quien no es versado en teologías percibiría.

¿Quieren herejías consentidassin copy-right reconocido? He aquí una sarta:

a) Por comenzar por la tierra que pisan y sustenta, la primera es la existencia misma del Vaticano: un Estado, ahí es nada; burocracia de la fe hasta grados inimaginables por su Fundador; secretos de estado, por triplicado, hondas por ondas, derecho canónico, poder temporal mediático, ejército personal, legaciones... ¡Es todo ello "tan divino"!

b) La figura central del cristianismo, Cristo, vivido como un cristomorfismo de masas en innúmeras variedades, con la desaparición efectiva del Padre y prácticamente de la divinidad de Cristo.

c) Como corolario, un Cristo sentido desde la más cercana de las humanidades, que supone la victoria efectiva del bando doctrinal derrotado en los concilios de Éfeso y Calcedonia. Un Cristo tan hombre que a lo más que llega es a eterno sufridor, "siempre con sangre en las manos" - y siempre cruz de hospital.

d) Consecuencia de lo anterior, la consideración fáctica de Cristo no como igual al Padre sino únicamente como puente, pontífice, medio, mediador, no sujeto de latría como Dios que es.

e) La práctica piadosa de los fieles mil, la sensiblería a flor de piel, el pietismo que tira hacia el monte protestante, el “Jesusito mío”, “sagrado corazón de Jesús en vos confío”. ¡Qué hermoso eso de "vos"! [Para ser completo falta el "che"].

f) La caterva de santos mediadores, otra herejía más. Santos que consiguen "más cosas" que el mismísimo Cristo mediador y que la Virgen santísima. Son los especialistas de las peonadas de la fe, medidadores necesarios en el campo determinado de su actuación.

g) Por la otra banda de la fe, la búsqueda de Dios como Trascendente, Englobante, Envolvente, como “Impulso creador que late en el fondo de todas las cosas y todos los seres” . Típico de todos aquellos que dicen "yo creo en Dios pero no en la Iglesia". ¿Es "desviación" a secas? ¿Es otra herejía más? ¿No será el típico panteísmo redivivo?.

h) Y no digamos nada de la inmensa herejía que supone “la madre de Dioscon cotas inigualables de poder mediador: su multiplicidad es deliterante, inabarcable, mastodóntica... Es la lógica revitalización de todos los mitos sobre "Diosas Madres". Psicoanálisis en estado subliminal. A falta de la otra, hay quien la he reconocido como "mi mamá del cielo".

i) Y conectada con esta inmensa herejía mariana imposible de desenraizar, por sobredimensión, la herejía de dar crédito a grutas, estatuas, lágrimas, sangre... producto elaborado de pretendidas apariciones a las que la Iglesia oficial pone el marchamo de "auténticas".

j) En consonancia con la barahunda de santos, los que sin serlo pueden serlo por si salta el milagro y, por ejemplo, el P. Tarín se convierte en San Tarín: estampita melíflua con oración al dorso y solicitud de dádivas para quebrantar peñas vaticanas. Negocio rentable, por cierto o a cuánto el kilo de milagro.


Bien es cierto que tales herejías, puestas en parangón con las del pasado, parecen naderías de poca monta. Quizá no lleguen ni a herejías "comme il faut". Son escapes, vertederos, desagües, cloacas o sumideros de la hidropesía crédula.

Al menos, al repasar el listado, algo ha ganado la historia: hoy y en el seno de la Iglesia nadie mata ni, menos, se deja matar por ellas. Quizá suceda que la Iglesia oficial, de tan vieja, ni siquiera tiene fuerzas para levantar la segur cuellicida. Exhaustos están por la lucha secular contra aquellos heterodoxos mastodontes doctrinales. Sólo al pronunciar su nombre, se erizan los pelos teologales: Arrio, Nestorio, Práxeas, Cleómenes, Sabelio, Marción, Filopón, Jean Huss, Joaquín de Fiore, Martín Elútero...

En honor a este rincón,RELIGIÓN DIGITAL, donde tantas opiniones aparecen, es un consuelo que todos tengan las cosas claras. Su doctrina no se desvía un ápice de "lo que diga mi obispo", por más que el referido no suela decir nada, dedicado como está a pedir perdón por existir --en tiempos de JP2 todo era pedir perdón por el pasado muy pasado-- y a vagar entre señuelos pseudohistoricistas, copeístas o educa-ciudadanistas.

Excluidos estos religiosodigitales, ¿sabe el resto algo sobre la doctrina que creen? Quizá no, pero la sienten. Ay, Ripalda y Astete.
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