Ma è normale!!

Después de una serie de manifestaciones sobre la unión de los cristianos --problema interno--, sobre los refugiados en Turquía y en Iraq, sobre las armas atómicas, que necesariamente toda persona que busca el bien tiene que aplaudir y apoyar, Bergoglio se descuelga con una afirmación inoportuna e inapropiada.
¡Y mira que hasta ayer el Bergoglio trastocado en Francisco caía bien a casi todos! Ahora, no es que caiga bien, es que se ha caído de mala manera tran un patinazo que lo ha dejado baldado. Micrófono en mano, de pie en el pasillo del avión... dio muestras de ser un irreflexivo argentino queriendo hacerse el desaborido.
Sus palabras, por el tono y la manera de decirlas, por la confirmación en faz y gesto de tal exabrupto, no son fruto de un respingo coyuntural. Es algo que bullía en su mente, era idea fija.
La parábola, metáfora o alegoría con que respondió a la pregunta –“¿Qué opina de los atentados de París?”— ha sido de lo más inoportuno, inadecuado e incluso inmoral que persona alguna haya podido decir respecto a la masacre parisina. Y no venga a decir ahora o dentro de un mes que ha sido mal interpretado o que sus palabras se han sacado de contexto: la respuesta completa, el tono con que lo dijo y el ámbito en que lo dijo son algo conocido, algo que todos han visto y de lo que tienen juicio formado.
Por mor de de la brevedad, se nos ocurren las siguiente consideraciones:
1) Confunde religión con madre. Y esa metáfora no sirve porque la inmensa mayoría del mundo civilizado no identifica creencias con sentimientos filiales. Ninguna religión puede suplantar la relación materno-filial. Ninguna Iglesia, Islam, Budismo o cualquier religión es madre de nadie. Esa trinidad “Santa Madre Iglesia” sólo se sostiene en una de sus patas: “Iglesia como sociedad de crédulos”. Ni santa ni, menos, madre.
2) Jamás la vida se puede “cambiar” por nada. Jamás se puede justificar el matar a otro, por más que pretenda decir que tal matanza responde a un acto cuasi reflejo… que no lo fue. Incluso denigrando a “la mamá”, seríamos muchos los que no reaccionaríamos de forma violenta: nuestra respuesta sería verbal. ¿Ël sí? Significativo fue su gesto con la mano cerrada (Perogrullo llamaba a la mano cerrada, puño).
3) ¿Quiere hacerse perdonar de los musulmanes por toda la sangre que el cristianismo ha vertido en su solar patrio? ¿Quiere de este modo inmoral acercarse a la comunidad musulmana? Lo tiene bien fácil: déjese capturar por Boko Haram. Al día siguiente será “santo súbito” o generará la III Guerra Mundial, una guerra, por cierto que él mismo afirma que está sucediendo.
4) No distingue entre una reacción en caliente y un atentado preparado de manera concienzuda. Sabemos que algunas de estas células “dormidas” llevaban planeando atentados durante años. Y es, además, un sentimiento omnipresente entre los islamitas. Son ellos, los hijos de Mahoma, los que deben cambiar, no nosotros, que harto llevamos sufrido desde que el santo cristianismo se adueñó de la sociedad civil, siglos, mientras que la "suciedad" musulmana ha despertado de manera abrupta hace medio siglo.
5) No podrá decir nada cuando quemen iglesias cristianas, asesinen cristianos coptos, degüellen vírgenes católicas, etc. etc. ¡La trinidad politeísta cristiana ofende al maternal monoteísmo islámico!
6) Como cualquier dirigente religioso, se mueve en un ámbito cerrado pensando que “ese su mundo” es “el mundo”. No admite, porque no puede, porque no le alcanza su sindéresis, que haya personas que deseen poner fin a la credulidad acrítica y a la irracionalidad de las creencias. La religión, como opinión, puede ser objeto de comentario, crítica y hasta de sátira. ¿No denigra ella a los incrédulos todos los días (que hay misa)?
7) Por último, ¿cómo se le ocurre escudar, justificar o comprender un acto de barbarie cometido por "los enemigos de la fe", los peores enemigos de la fe cristiana, los musulmanes? Lo suyo, por puro proselitismo, sería hacer bandera de "civilidad" del crimen cometido.
Dicho esto, el bueno de Francisco deberá reciclarse por medio de ejercicios espirituales laicos, quizá realizando un máster o un curso acelerado de “civilización”. Le sugerimos una dirección postal: 10 rue Nicolas Appert 75011 Paris.