Papa Romano / Presidente del Estado Vaticano / Pensador: la indefensión más descarada.


Todavía permanece en "Religión Digital" el artículo-denuncia "Los políticos occidentales dejaron solo al Papa".

Sí, la verdad resulta extraño a la par que significativo tal hecho, cómo una persona que es referente moral, reconocido intelectual y jefe de un Estado europeo se vea zarandeado, indefenso e indefendido de tal manera.

Si bien las reacciones entre los prosélitos de la credulidad han sido las que han sido, airadas y normales, sin embargo, respecto a la desafección de los políticos no se ha ofrecido explicación alguna.

No se trata de tomar posición ante tal hecho y aquí ya lo hemos hecho (artículo del día 18): no tiene justificación alguna que una jauría de voceros amplificada por comentaristas de madrasa y gritada hasta el aullido por descerebrados de una sola idea se alcen contra supuestos dichos supuestamente dichos por quien ha dicho lo mismo que ellos dirían si pensaran. Y además incitando a la venganza sanguinolenta y snaguinaria.

Se podrá ver bajo otro punto de vista, pero vayan algunas explicaciones pensadas "a nivel de calle".

1º Es un hecho que B16 es un Jefe de Estado, el Estado Vaticano. Pero también es un hecho que es un estado "sui generis", que no tiene acuerdos defensivos con ningún otro. "De iure", ningún otro Estado se sentirá obligado a mover sus peones, sus embajadores, ni actuar "manu militari" para defender al Estado Vaticano o su Jefe. ¿Qué Ministerio de Exteriores va a llamar a consulta a los embajadores de esos países vociferantes? Parecería ridículo.

2º. La persona, el individuo Joseph, alias Benedicto, es la indefinición pura como entidad jurídica, como persona con derechos. Más bien es un apátrida de los derechos. Fuera del Vaticano se podría acoger a la Declaración Universal de Derechos Humanos, algo que choca con tal personaje "que no es de este mundo" y que según su doctrina es el representante de Dios y sólo responde ante Dios (¿se confiesa? Creo que sí. Quizá de orgullo). Añádase que los suyos ya lo han tildado de santo e infalible. Ni siquiera sonaría bien tratar de defenderlo. Y además, ¿para qué defenderlo si es inatacable?

3º. El mismo Estado Vaticano se sitúa también en una ambigüedad existencial , ambigüedad que usan muy bien para unas cosas -–se erigen en referente moral del mundo y pretenden estar presentes doquier se cuestionan asuntos de ética, derechos humanos, asistencia social, defensa de los desfavorecidos-— pero no quieren que sirva para otras –ser contrariados, perseguidos, maltratados por quienes ven invadido su territorio de expansión—.

4º. Añádase el que dicho Estado tiene una entidad que no es política --siempre lo han dicho-- sino teológico-moral. Por su parte los países musulmanes aúnan realidad política y realidad teológica: son estados teocráticos gobernados por creyentes "ut tales", donde la doctrina del profeta es ley y norma de vida y además incuestionable. La Iglesia Católica Apostólica Romana sólo tiene una “realidad”(¿?), la espiritual.

5º. En otro orden de cosas, en el subconsciente occidental de cristianos/católicos/protestantes está muy arraigada la idea de que el catolicismo romano está recogiendo lo que sembró:imposición doctrinal, tiranía de ideas, control social de las costumbres, rapiña de diezmos y primicias, ostentación, despilfarro en "arte para nada", guerras religiosas, imposición por la espada... Por más que la Iglesia quiera ceñirse sólo al presente, éste no se puede desligar del pasado.El pasado se ha de asumir, no olvidar, porque en iguales circustancias la Iglesia volvería a hacer lo que hizo.


6º. Algunos arguyen que tanto el catolicismo como el islamismo son creencias en mutua confrontación, a la búsqueda del espacio vital particular. Obligación suya es que dialoguen, se entiendan, peleen o se maten entre ellos. En este asunto la sociedad civil ni entra ni sale. Ni lo quiere.

7º. No hay que olvidar que amplios sectores de la sociedad profesan un odio visceral a los credos y más los credos organizados. Con tal de defenestrar al más poderoso y más cercano --el catolicismo--, pasan por carros y carretas, defendiendo lo indefendible. Todo se utiliza, todo con tal de raerlo.

8º. Añadamos el miedo al fuerte o al que se muestra más agresivo presente en determinados círculos timoratos, sabiendo además que con ellos no se puede dialogar. Es el temor en definitiva del cordero al lobo, que hace lo que sea --cuanto más callado mejor-- con tal de no provocarlo, sobre todo si el lobo está cerca: vecinos musulmanes, estados colindantes, etc.

9º. Por último, añádanse los intereses creados: necesidad de no contrariar a gobiernos teocráticos para seguir haciendo negocios con ellos. ¿Cómo defender a un estado que no cuenta nada en la economía mundial, el Vaticano, si ello puede degenerar en no poder invertir, en no disponer de petróleo, en no poder hacer negocios con esos estados teocráticos tan puntillosos y tan excitables?

Y desde nuestra postura "humanista-sin-credos" no podemos decir otra cosa que ¡qué asco!.
Volver arriba