Navegan por lagunas y naufragan en el mar; aceptan el salvavidas de las credulidades menores y se van a pique con los plomos del credo; se someten a preceptos parciales, las conveniencias, y desobedecen al principio esencial rector del creer, su razón.
Incluso teólogos de renombre, sostienen la fe con puntales de paja y no son capaces de reforzar los contrafuertes.
Dado que ven peligrar el substrato, divierten al pueblo con los festejos de la imaginación. Esa es la religión de nuestros días.
Un ejemplo --"hecho" aceptado y nunca discutible-- lo tenemos en el concepto de "Revelación", fundamento de cualquier sistema de creencias que se precie.
El catolicismo mantiene Biblia y Tradición como garantía de la Revelación; el protestantismo hace hincapié en la Biblia; el Islam se funda en revelaciones de Dios al Profeta; y hoy, todo queda en Historia de la Salvación como barca en que navega el creyente con las velas y el viento de la Biblia y la Tradición.
Y, expurgando mucho, libros todos similares a otros libros contemporáneos con éxito secular en propaganda y edición.