Reliquias ¿pero de qué va la cosa? (1/3)


Se habla de Felipe II como el mayor acaparador europeo de reliquias. Más de siete mil guardadas todavía en El Escorial. El hacer acopio de reliquias no fue una bufonada de Felipe II, que el asunto venía de antiguo. Fue una “afición” muy extendida ya en toda la Edad Media. Era, además, fervor universal. Recordemos sólo algunos casos que pueden animar, a quien esto lea, a profundizar más en asunto de tanta enjundia:

 el afán del obispo Gelmírez (c.1065-c.1140) por “dotar” a Compostela de una buena cosecha de las galaico portuguesas. Digamos de pasada que desde el principio nadie estuvo muy convencido de que en Compostela estuvieran los restos de Sant Iacob. Hoy se dice, y tampoco será verdad, que los restos de Compostela son los de Prisciliano, uno de los primeros ajusticiados por el estamento.

 El “Arca de las Reliquias” de Oviedo abierta en tiempos de Alfonso VI (1040-1109) que, entre otras, tenía plumas de las alas San Miguel, leche de la Virgen, un trozo de tinaja de Caná, un fragmento de la columna de la flagelación, una tabla del pesebre de Belén y piedras de la lapidación de Esteban, el protomártir;

Los cuatro armarios de la Catedral de Valencia, conteniendo reliquias de las famosas “once mil vírgenes”, un trozo del cráneo del padre del Bautista, Zacarías, una flecha del martirio de Sebastián, un trozo de piel del despellejado Bartolomé, la mano del amanuense evangelista Lucas, lana del colchón del lecho mortuorio de la Virgen, un pañal de Jesús, un peine con cabellos de la Virgen y el cuerpo completo de 4 santos.

 La relación de “relicarios” sería interminable, pero dignos de recordar son aquellos que contienen el prepucio de Cristo, la sierra de José, sandalias de Pedro, cordones umbilicales de los Inocentes, el dedo del apóstol incrédulo Tomás;

 también son sobremanera sagrados aquéllos que hacen relación directa a Cristo, como los innumerables fragmentos de cruz, los miles de clavos de Cristo, el paño de Verónica, cáliz/grial de la Cena, la o las Sábanas santas.

Hay otras manifestaciones entre macabras y cómicas:

cabezas de “santos” que se usan para conjurar la sequía y otros gajes: en Caballar, Segovia, las cabezas de Valentín y Engracia; en Sorlada, Navarra, la de San Gregorio Ostiense; en Obanos la de Guillén, en cuyo relicario se introduce vino;

momias resecas que se conservan como monumentos a la curiosidad: Fray Diego de Alcalá; el “chantre” de Miranda de Ebro; San Vulstano, cuya piel y huesos “rejuvenecieron” al morir;

santos “compartidos” como San Fausto, porque la mula con sus restos anduvo de Alguare a Bujanda; San Prudencio, desde Burgo de Osma a Monte Laturce;

santos “encontrados” por alguna visión como el cuerpo de Antonio Abad.

estatuas, sobre todo de la Virgen, a miles, “encontradas” siempre por pastores o niños, como es lógico por su profesión;

hostias consagradas: como la de Cebreiro que se convirtió en carne; como las de Siena o Lanciano; los corporles sanguinolentos que tansportó una mula suelta desde Llutxent a Daroca...

(continuará)
Volver arriba