El alivio del sufrimiento sin entrar en jaculatorias.

A la persona enferma, desestructurada, rota... todos la quieren ayudar, la primera la religión con sus recetas apodícticas. Y eso está bien. Pero si el individuo no pone remedios por sí mismo poco podrá esperar. Si no logra encontrar en su propio yo la fuerza vital necesaria, de poco servirá. Me viene a la mente la cuarteta de Cervantes dicha no sé dónde y para otro contexto, pero que se puede aplicar aquí:
"Madre, la mi madre / guardas me ponéis
mas si yo no me guardo / mal me guardaréis".
Parodiándolo podríamos decir:
Remedios me dáis / amigos, a mis males
si no los acepto / todos son iguales".
El sustrato de la curación es la propia energía vital. Aun con eso, nos vamos a referir a una serie de "remedios curanderos" que no pasan necesariamente por la medicina... aunque sí, algunas veces, por el "consejo espiritual"
1) LA PALABRA:
No sabríamos decir si está en el inicio de la curación de todos los males, pero sí que es un medio poderoso para salir de las crisis. Los dramas profundos no los puede vivir uno en la soledad de su silencio doliente(desde miedos irracionales hasta la muerte traumática de un familiar o el drama de un cáncer).
Debe "participarlos", contarlos una y otra vez hasta el cansancio, buscar y aceptar la aquiescencia del contertulio, generar empatía...
Cualquier emoción o sentimiento negativo prolongado si se vive en lo escondido, si no se acepta y se reprime, si se vive con vergüenza de que los demás sepan... termina gangrenando el cuerpo. ¡Cuántas gastritis y úlceras estomacales! ¡Cuántos dolores lumbares o de columna! ¡Cuántos problemas respiratorios! Por no hablar de las neurosis consecuentes.
Siempre el cuerpo sometido a tensión rompe por la parte más débil. Y hablamos de dolencias severas que pueden generar muerte, como embolias pulmonares, cáncer o infartos cerebrales. ¡Si no lo hubiéramos visto todos en personas bien cercanas del propio entorno!
Sí, los hospitales están para algo y amontonan pruebas sobre pruebas: ecografías, radiografías, análisis mil, electros... que terminan en pastillas y más pastillas... Después de la crisis fatal, algunos se dan cuenta del silencio que envolvía sus dolencias. Para más "inri", dolencias vividas por algunos entornos familiares como una mancha o baldón a esconder del vecindario.
La religión al uso obvia ambas terapias, la farmacológica y la verbal, no las considera, las da por supuestas pero como si estuvieran situadas en un estrato elemental, primerizo, inferior, pura fenomenología de la dolencia. No es que desdeñe los tratamientos, pero sobrevuela por encima de ellos y absorbe el pensamiento del doliente mortal para situarlo en otro orden mental:
"Confía en Dios".
"Soporta la enfermedad como Cristo soportó el tormento".
"Dirige tu pensamiento a Dios".
"Ofrece tu dolor para la salvación de las almas"
"Dios te está probando"
"Lleva en tu interior y en silencio las adversidades"
Es una forma como otra cualquiera de alienar (en sentido transitivo) al individuo, como si no debiera "molestar" a los demás; no aportan nada efectivo al yo individual para su curación; constituyen algo así como un mecanismo de defensa extrinseco o exógeno, añadido e impuesto; le hacen salir de su yo doliente poniendo una pantalla, un trampantojo, entre la dolencia y el sentimiento anejo...
Es cierto que puede reportar consuelo y puede animar e incluso curar a aquellos que durante toda su vida han vivido "enajenados" por lo divino, pero ni es lo normal ni lo corriente ni debe serlo. De nuevo el engaño para quien se deje engañar.
¡Y cómo se aprovechan las religiones del sufrimiento para medrar! ¡...como que son el elemento constitutivo del 100% de los milagros!
Lo que decimos, "la palabra", que reviente en el entorno familiar o amical.