También hay quien nos anima.

Mucho nos congratula el que haya alguien que de vez en cuando asome sus narices intelectuales por los andurriales nacionales para corroborar lo que en este blog día sí y día también firmamos y afirmamos:

--la vacuidad de los credos,
--la necesidad de vivir según el sentido común,
--la necesidad de analizar las propias experiencias para hacerlas vida en uno mismo;
--el engaño histórico e intelectual de los dogmas,
--el imperio de la compulsión,
--la tiranía de las conciencias,
--la extorsión de las mentes ignaras y algún que otro chascarrillo de menor entidad
.


Alguien que, como ya tantas veces hemos dicho aquí, comprueba en sus carnes la imposibilidad de contender con un crédulo: dos vías paralelas excluyentes que no pueden poner nada en común por imperativo de sus categorías mentales. Es aquel lejano e inane diálogo entre el cardenal Martini y Umberto el filósofo que parece un diálogo que se produjo hace cinco siglos.

Es de agradecer el que ese alguien, desde su merecido pedestal, venga a hablar de cómo determinados creyentes y sacerdotes de la creencia sacralizan las pulsiones, necesidades y experiencias psicológicas. No sé cómo he encontrado en R.D. una entrevista a Fernando Savater que le hicieron allá por 2007. Años ya, pero de plena actualidad.

Me recuerda Savater las afirmaciones de L. Feuerbach. Extraigo de la estantería "La esencia del cristianismo" (Das Wesen des Christenthums) de Feuerbach (Ríodefuego) y sonrío al ver las notas escritas al margen en aquellos años en que yo era "santo"... "No, amigo Ludwig, no tienes razón", le decía sin razones. Hoy se la doy. Y hoy afirmaría: "Puntos de partida distintos, criterios disimétricos, instancias inequiparables conducen a un entendimiento de las cosas irreconciliable".

Quizá por imperativo del espacio, no dedicara el entrevistador de Fernando unas palabras dedicadas a algo más fuerte, al engaño mental de los Jerarcas de la Credulidad, al engaño interesado en que se mueven, al engaño de las conciencias hecho inmobiliarias y negocio. Lo que refulge en éstos, por necesidad vital, es que tienen que seguir manteniendo "el tinglado", a pesar de que muchos de ellos, en su fuero interno, años ha que desistieron de sostenerlo en su interior. ¿Qué no es así, dicen? Pues es lo que aparece y al menos eso parece. El vivir haciendo.

Referentes como éste [pinchar aquí para leer] todavía animan en la ingrata tarea de tener que contender, por una parte, con personas que al menos saben de qué hablan; o con personas de buena voluntad que sinceramente mantienen lo que creen... ; con gente convencida de sus ideas; con analistas certeros de la realidad bajo puntos de vista que no comparto y, a mi parecer, desacertado.

Pero por otra los hay que parecen globos hinchados y con los cuales hay que convivir; o con mentes de arena que apenas si saben que más allá del rosa hay otros colores; o con elefantes porteadores del rito que creen que la tramoya es la realidad y se pasean ante ella barritando de contento...

¿Tendremos algunas razones los que nunca tenemos razón?

Y por aquello de no concordar en todo con el mentado y no citado nominalmente, Fernando Savater, no lo estoy con su análisis de determinados "porqués" como el de la posmodernidad; o el porqué del despiadado ataque contra la religión que ahora parece darse; o el porqué de ciertos resurgimientos crédulos...

Pero eso es otra historia.

21 mayo 2017
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