El caso de Salman Rushdie o lo que nos puede venir.


Fue y sigue siendo un caso paradigmático. Para la religión la culpa es del que escribe, porque ofende, incordia, denigra, blasfema... S.Rushdie se merecía lo que le vino y mucho más.

Decimos "para la religión", ¿pero qué religión? ¿El Islam? ¡No, todas! En la sátira a determinadas doctrinas y concepciones angélicas, todas se sentían vituperadas. De ahí que ninguna de ellas clamara por la vida, por el respeto a la libre expresión de las ideas ni menos se alzara con vehemencia contra la sentencia a muerte que pende sobre él. Algunos lo hicieron con la boca pequeña, pero siempre volviendo al autor del libro como provocador. Y si uno lo lee, nada más lejos de la verdad. Claro está, ni Don JP-2 ni Don Jomeini llegaron a leerlo.

Presupuesto previo sobre ofensas. ¿Es que los creyentes tienen derecho a ofender a las personas normales con fábulas que quieren hacer creer que son verdad y éstas no pueden hacer lo mismo con ellos? ¿Es que las personas normales deben quedar impasibles viendo cómo se pasea un trozo de harina prensada por las calles diciendo que "eso" es Dios sin derecho alguno a soltar la carcajada? ¿No se dan cuenta de que ofenden a la inteligencia?

¡Respecto, por favor!, dicen. ¡Respeto, por favor!, decimos. ¿Quién merece más respeto, el que quiere basar la conducta social en los criterios de Hansel y Gretel o quien dice que eso es un cuento y pone como ideal de convivencia el Derecho Constitucional?


Publicación de "Versos satánicos", 1988. Sentencia de muerte, 15 Feb 1989. Instigador, el ayatolá Jomeini de Irán: ofreció dinero para asesinar a una persona. Bofetada a un derecho consolidado en Occidente: la libertad de expresión.

Motivo: la mentalidad literalista del crédulo mayor, un ayatolá, que no admite ni comprende algo tan humano como la risa, la ironía, la burla... No es ajena a ello tampoco la religión católica.

Había algo más que "blasfemia" para condenarlo. Al ser musulmán, se había convertido en "apóstata", algo castigado con la muerte. ¡Cómo suena todo esto a los procesos del XVI-XVII en España contra los judaizantes!
Si uno era judío, como mucho era apartado de la convivencia con los cristianos, se le prohibían determinados derechos y hasta podía llegar a ser expulsado. Si, forzado a hacerlo para conservar sus posesiones y seguir viviendo en la comunidad donde habían vivido sus ancestros, se bautizaba, ay de él si le acusaban de "judaizante": la pena era la hoguera. Bochornoso es tener que recordaro, pero muchos no sabían siquiera que practicaba el judaísmo de nuevo, porque de buena fe conservaba sus costumbres judías, costumbres que eran tomadas por los "cristianos viejos" como retorno a la proscrita religión de los asesinos de Cristo.

Recuerdo aquí un dato histórico anecdótico: dicen que la afición de los españoles por el chorizo, el jamón, la cecina, los embutidos y demás productos del cerdo, proviene de la práctica de sacar bandejas con ahumados pre o post determinadas celebraciones litúrgicas para descubrir a aquél que sintiera repugnancia a consumirlos, fuera judío o musulmán.

En el caso de Rushdie, las embajadas iraníes organizaron su muerte. Al no poder llevarla a efecto, atacaron, mutilaron y tirotearon al traductor italiano, al japonés y al editor noruego al que dejaron por muerto.

Ante un homicidio instigado por un Estado, atentatorio contra la libertad de expresión y la vida de una persona no criminal, ¿cuál fue la reacción de los demás líderes religiosos? El Vaticano, el arzobispo de Nueva York, el arzobispo de Canterbury y el rabino sefardí de Israel y muchas otras figuras religiosas mostraron simpatía... ¡por el ofendido ayatolá! El problema no estaba en el asesinato de una persona sino ¡en una flasfemia!. Supuesta blasfemia, claro, porque muchas de las cosas que se pueden leer en el Corán son pura blasfemia hasta para ellos mismos. No digamos para uno que piense algo.

Para un creyente convencido ha de primar la autoridad religiosa. Proselitista como es, no descansará hasta ver cómo el mundo entero dobla la rodilla ante Dios (previamente ante él o ante sus sacerdotes).

¿Y ésta es la civilización que queremos que conviva con nosotros en buena vecindad? Quien quiera convivir con personas normales ha de mostrarse normal. Y quien intente convencer con violencia, ha de ser desterrado a las cloacas de donde salió. Donde rigen las normas humanas, la convivencia se ha de basar en el respeto a ellas, no a creencias importadas confundiéndolas con "raíces étnicas". Pero, claro, ¡suena esto tan xenófobo!
Volver arriba