Sobre desiertos y tentaciones: "Y la Iglesia cayó en el pozo de las tres "pes".


En la lectura de libros y textos, religiosos o no, del Renacimiento y Siglo de Oro, con relativa frecuencia encontramos una expresión que hace relación a los asuntos de Dios: el negocio de la salvación.

Ciertamente, para esos autores “la salvación” era el mayor negocio que una persona pudiera emprender, y concluir, en este tránsito por el mundo.

Pero el negocio de la salvación se ha trocado en "salvación del negocio..." ¿Cómo no verla realizada y concretada hoy?

Jesús, ayuno de alimento y ahíto de desierto, no cayó en las tres tentaciones, las TRES PES: pan, prodigios, poder.

“Su” Iglesia, la cristiana, la que se proclama a sí misma “cuerpo místico”, ha caído, como vulgarmente se dice, de hoz y de coz en las tres, tras haber pasado por los desiertos purificadores de los dos primeros siglos de existencia.

Tentación del pan: la búsqueda y consecución de riqueza y posesiones, el triunfo en la vida, el “milagro económico” de los Protestantes, el amor al dinero, la filargüria (amor a la plata).

Tentación de milagros: la caída definitiva en el sacramentalismo, en el “tiempo para Dios”, en las mil jaculatorias, en los rosarios, en las novenas, en “los domingos a misa”, en el rito que salva, transformándose en una religión ontológico-cultualista: la salvación se consigue por la práctica de actos rituales.

La tentación del poder: erección de un un reino, el Estado Vaticano, la búsqueda de los apoyos políticos, la consecución del dominio, la conversión en “amo”, el siervo de los siervos de Dios trocado en el mayor amo de sus pastores y ovejas: todos rindiendo pleitesía; la alianza con el poder; las amistades oportunas; el beso de Judas...

¡Cómo le enmiendan la plana al Fundador! Es evidente que son otros tiempos y, con seguridad, Cristo habría obrado hoy de otra manera. Incluso habría propiciado la presencia de cámaras de televisión para la difusión de su mensaje.

Su mayor milagro, el económico, paradójicamente lo han convertido en signo de la bendición de Dios, directamente pregonado por los protestantes, más discreto en los católicos.

El culto de los misterios consuela a los hombres, llena su tiempo y les libra de los miedos.

La violencia, el medio necesario para la erradicación del mal. ¿Qué otra cosa vemos en los EE.UU.? ¿Dónde se encuentra verdaderamente el “eje del mal” de que hablaba el Crédulo Mayor del Imperio, de credo salvador "evangelista"?
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