La edad de la penumbra.

Con este título la Editorial Taurus ha publicado en España el libro de Catherine Nixey, profesora de lenguas clásicas (The darkening Age, mayo 2018), con el subtítulo “Cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico”.

Las investigaciones de Catherine Nixey se centran en la época en que el cristianismo se hizo con el control del Imperio Romano, el periodo quizá menos conocido de la historia de Occidente. Menos conocido quizá y precisamente porque el cristianismo se hizo con todos los resortes del poder y cegó las vías del conocimiento de determinados acontecimientos que hacían relación a la religión dominante.

Y desde luego no se conoce prácticamente nada de cómo las turbas fanatizadas provocaron la mayor destrucción de arte y literatura de la historia de Occidente. Afirma C. Nixey en una entrevista periodística: “Hemos perdido el 99% de la literatura latina”.

Todos tenemos en la mente el modo como, hace bien poco, los terroristas fanáticos del Estado Islámico se ensañaron y destruyeron lo poco que quedaba de la ciudad de Palmira. C. Nixey vuelve los ojos a Palmira y relata la otra destrucción, ésta más concienzuda e irrecuperable, la realizada por los fanáticos cristianos que destruyeron cuando supusiera relación con cultos “paganos”.

Quizá algo de lo que los cristianos llevaron a cabo ha salido a relucir por otros medios, en películas como Ágora o Juego de Tronos. Pero estudios históricos serios y concienzudos como el llevado a cabo por la periodista C. Nixey.

El libro comienza relatando como en 532 el filósofo Damascio abandona Atenas, dando fin a la existencia de la Academia que fundara Platón mil años antes. Con este relato uno se pone en la piel del filósofo y sus siete discípulos acompañantes: ruptura con el pasado sin posibilidad de redención e incertidumbre por el futuro que les espera en un mundo dominado por fanáticos cristianos. Y ver cómo se derrumba todo un mundo de ideas, de pensamiento, de filosofía.

En otros lugares de este blog lo hemos dicho: los apologistas cristianos han magnificado la persecución sufrida por los cristianos, con su pléyade de mártires que dieron lustre y prez a la religión salvadora, de tal modo que de esos primeros siglos lo que más reluce es el testimonio de los mártires y la crueldad de sus verdugos. Y estudios serios han demostrado que no fueron tantos los martirizados por fe con el añadido de que en muchas de las hagiografías lo consignado es pura leyenda cuando no invención.

De lo que vino después, nada. Dice Nixey que la labor de los cristianos fue tan eficaz que llega hasta hoy día: hoy se acercan a dos mil millones los cristianos, en cambio de la religión pagana no quedan ni los rastros. Algo parecido a lo que sucedió con la religión egipcia al contacto con el Imperio Romano.

A los creyentes de decenios pasados se nos inculcó la idea de que cuando Constantino legalizó el cristianismo, el mundo clásico, la inmensa mayoría de las gentes suspiró de alivio porque al fin el mundo vio la luz. Y no es cierto. En el año 313 los cristianos no llegaban al 10% de la población, que en su inmensa mayoría veneraba los dioses de la religión oficial. Pasados dos siglos, los cristianos podían afirmar que no quedaban “paganos”.

¿Cómo? Por medios tan contundentes como destruir los templos y estatuas de Palmira o derruir el templo más hermoso de la antigüedad, el de Serapis, año 392. Muchos relatos antiguos hay que describen a monjes barbudos que aterrorizaban a las gentes. El paralelismo con los fanáticos del Estado Islámico es total: los cristianos destruían las estatuas del mismo modo que aquellos, rompiendo los brazos y decapitándolas.

Se arguye, con poco fundamento, que sin la labor de los monjes medievales la cultura antigua se habría perdido. Dice Nixey que fue hacia el siglo X cuando, en Bizancio, se mostró interés por determinados textos de la antigüedad, recuperándose de manos privadas o de lugares escondidos, determinadas obras. Y hasta el siglo XII no se puede hablar de verdadera labor cultural recuperadora de los monasterios. Y no en el grado como el Renacimiento lo hizo. Afirma C. Nixey que para entonces el 90 % de la literatura griega había desaparecido y, de la latina, el 99%. La de los cristianos fue la mayor destrucción de la historia del arte.

Catherine Nixey. La Edad de la Penumbra. Ed. Taurus, 2018. 317 págs. 22€
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