--Hay un creador. Es infinitamente bueno y poderoso.
--Ese creador te concibió en su eterna predisposición y te ha modelado tal como eres (el ser más maravilloso de la creación)
--Preparó previamente un mundo de ensueño donde te colocó.
--Ahora vigila, cuida de tí, te concede sus dones, su gracia, su Espíritu, te guía por las sendas del bien
--En la vigilia e incluso en el sueño, ha encargado que velen por ti unos ángeles.Todo esto lo sabe el creyente. Es la convicción compartida por todo su cuerpo social. Puede o debe ser tabla de salvación en los momentos de duda y desánimo.
--Te ha prescrito claramente una normas a cumplir --cierto, son obligaciones-- pero cumplidas éstas incluso aquí en la tierra te sentirás feliz.
--A cambio de cumplir estas normas, te tiene reservada una recompensa de suprema felicidad que ni ojo vio ni oído oyó jamás. Y además para siempre, no como aquí en la Tierra.
¿Por qué los que creen y saben todo eso no son felices?
¿Por qué esa tristeza infinita en las caras?
¿Por qué sufren como los demás?
¿Por qué las asambleas donde celebran todo eso, incluso con cantos que incitan a la alegría, son mortecinas, amuermadas, híspidas?
¿Por qué no son felices ni transmiten esa felicidad?