La otra muy gloriosa historia de los papas o si la Iglesia puede decirse "santa".

La única historia de la Iglesia de que dispongo y manejo es la publicada en la Biblioteca de Autores Cristianos por los jesuítas R. Gª. Villoslada y B. Llorca.

Leídas sus páginas con detenimiento y entresacando lo que en ellas se sugiere pero no se dice, el pasado de la "Santa" Madre Iglesia deja mucho que desear y es más truculento de lo que se podría esperar de una institución "santa" y regida por el Espíritu Santo. Esos distingos entre institución santa regida por pecadores no sirve, apelando, como hay que apelar, a lo que sus próceres dicen: que la Iglesia está inspirada, guiada, asistida y protegida por Dios de manera especial. Una de las dos cosas sobra.

La gran ventaja de nuestro tiempo sobre el pasado --y hablo de un pasado muy cercano, no más allá de quince o veinte años-- es que hoy la consulta en la gran biblioteca de Internet proporciona mucha más información sobre grandes personajes eclesiales que las historias oficiales, que generalmente velan de manera tan púdica los aspectos siniestros que dejan oculta gran parte de su vida. Un ejemplo: del papa Juan VII (705-707) la "Historia de la Iglesia Católica" no dice absolutamente nada. Consúltese en Google el modo como terminó sus días.

Sean serios los creyentes que tanto hablan del regazo maternal de la Madre Iglesia, de que es la esposa de Cristo, de que las puertas del Infierno, de la asistencia del E.S., de que una cosa es la Iglesia y otra sus miembros... [Por la misma razón el Santo Instituto Noos es santísimo, en tanto que sus miembros borbónicos y urgandáricos han sido unos trincones]. No, la sociedad son sus miembros, no vengan con distingos. Tampoco traten de ocultar tales "minucias históricas", como gustan en decir, frente al gran legado de personas buenas y hechos meritísimos: los hechos nefandos son tantos y de tal calibre que aún aplicados a una sociedad civil causarían espanto.

El que se digne pensar los "porqués" con imparcialidad debiera sacar las consecuencias oportunas de lo que tal Iglesia ha sido y ha hecho durante más de quince siglos (que puestos a contar en años, ya son años). No son casos y hechos esporádictos. Son líneas de conducta y programas de actuación; son tendencias mantenidas.

Nos hemos permitido extractar del libro "Cristianismo, un mito más" de Salvador FREIXEDO la curiosa lista de papas-juanes --que se podría alargar con Bonifacios, Alejandros o Píos-- completando los datos con otros extractados de Internet.

Es posible que alguien lea y consulte estos datos con imparcialidad intelectual. Con seguridad tal actividad investigadora le llevará a hacerse muchas preguntas hasta llegar a exclamar un "¿Pero esto es posible??" y quizá algún "¿Cómo y por qué?".

"SU NOMBRE SERÁ JUAN"

Juan I (523-526), santo. Murió de hambre en la cárcel, en la que fue encerrado por Teodorico, rey ostrogodo, que favorecía la causa arriana.

Juan II (533-535), santo. Breve pontificado. Luchó sin excesivos resultados contra la simonía imperante en el Vaticano, donde ya comenzaban a comprarse y venderse los cargos eclesiásticos, sobre todo el de pontífice.

Juan III (561-574). Los registros históricos desaparecieron con la invasión lombarda. Durante su papado se desarrolló el priscilianismo.

Juan IV (640-642). Condenó el monotelismo y al papa Honorio que la había favorecido. (Monotelismo: Cristo tiene una sola voluntad. La doctrina ortodoxa sostiene que en Crsito hay dos voluntades).

Juan V (685-686). Apenas si sabemos nada de tres papas que siguen. Brevísimo su papado, sin tiempo para hacer nada digno. Los tres mantuvieron enfrentamientos con los emperadores bizantinos (el Imperio Romano pervivía en Oriente) que apoyaban lógicamente a los Patriarcas de Constantinopla.
Juan VI (701-705). Tuvo que ceder territorios pontificios a los lombardos.
Juan VII (705-707). Sorprendido en la cama por el esposo de su amante recibió tal paliza que a resultas de ella murió al tercer día.

Juan VIII (872-882). Pontífice de armas tomar. Luchas dogmáticas con la Iglesia de Oriente y lucha enquistada la que tuvo con Formoso, luego papa. Sus oponentes lo tacharon de "afeminado" llegando a inventar la leyenda de ser él la "papisa Juana". Pasó su pontificado dedicado a los asuntos territoriales, lanzando excomuniones a diestro y siniestro. Por querer reducir la corte papal, de la que se beneficiaba un excesivo número de familiares, parientes o amigos, dicen que fue envenenado por un familiar suyo que vivía en la misma corte papal. Como no moría, fuerematado a golpes de martillo en la cabeza.

Juan IX (898-900). Accedió gracias al apoyo de Lamberto de Spoleto. Excomulgó a su oponente Sergio, que luego fue papa. Sin embargo es calificado por los historiadores como «bueno, pacífico, justo y prudente». Es el papado siguiente al del famoso "concilio cadavérico". Abolió la muy santa costumbre de que el pueblo saqueara los palacios del papa u obispos a la muerte de éstos (para quedarse la Sta. Sede con sus pertenencias).

-- Juan X (914-928). Cuarto papa, de siete, de la llamada por el cardenal Caesar Baronius "pornocracia". Lo impusieron en el solio pontificio los patricios romanos Teofilacto y Teodora (1), que para ello tuvieron que forzar los cánones. Capitaneó él mismo sus tropas en varias incursiones contra los sarracenos en el sur de Italia. Más tarde, Marozia, hija de Teofilacto, que antes lo había apoyado, lo mandó prender y lo encerró en Santángelo. Murió asfixiado con una almohada mientras dormía en la celda.

Juan XI (931-935). Fue hijo "ilegítimo" de Marozia, destinado por ella a ser papa (a los 20 años accedió). Tiene el agravante de que su padre fue el papa Sergio III, mientras ocupaba el solio pontificio. Celebrando su madre las terceras nupcias, en plena ceremonia, Alberico, hermano del Papa y disgustado con la boda, asalta el palacio y mete en la cárcel a su madre y a su hermano el Pontífice. Murió en la cárcel.

Juan XII (955-964). Era hijo de Alberico y por lo tanto nieto de Marozia. Fue elegido papa a los dieciocho años y murió a los veintisiete. Dicen de él que tenía todos los vicios; lo cierto es que era extremadamente mundano y que «estaba mucho más atento a conseguir los cuerpos de las damas que las almas de los fieles». Como administrador de la Santa Sede, parece que no fue malo.

Juan XIII (965-972). Era tío de Juan XII y sobrino de Marozia. Estuvo a punto de ser linchado en un alzamiento popular. Apenas sale de la cárcel junta un ejército, toma Roma, y ejecuta terribles venganzas (su hermano Crescendo, depone al nuevo papa Benedicto VI, lo hace estrangular en la cárcel, e impone a Bonifacio VII). Intentó tímidamente una reforma eclesiástica, vista necesaria por todos. También fue asesinado por el marido de una mujer con la que mantenía relaciones.

Juan XIV (983-984). Impuesto por Otón II, a la muerte de éste fue depuesto por otro papa, Bonifacio VII. Encerrado en Santángelo, muere de hambre o envenenado.

Juan XV (985-996). Vivió a merced de los caprichos del dictador Crescencio II Nomentano, tirano de Roma, que lo desterró y luego le hizo regresar. Los romanos le acusaron de venal y de nepotismo.

Juan XVI (997). Declarado papa ilegítimo –antipapa— fue encarcelado por Otón III. En la prisión los soldados le arrancaron la nariz, los ojos y la lengua. De esta guisa fue paseado por Roma montado en un asno.

Juan XVII (1003). Apenas si gobernó la Iglesia seis meses. Sus tres hijos habidos antes de ser elegido papa fueron ascendidos a obispos. Su elección como papa se debió también a la imposición de Crescencio III.

Juan XVIII (1003-1009).Lo mismo que el anterior, tanto su ascenso a papa como su destitución se debieron a decisiones de Crescencio III, tirano de Roma.

Juan XIX (1024-1033).Sucede a su hermano Benedicto VIII. Al ser cónsul y senador de Roma le fue fácil apoderarse del solio pontificio. En un día, previo pago de una gran cantidad de dinero, recibió todas las órdenes sagradas hasta obispo y adoptó el nombre de Juan XIX, teniendo en su mano los dos poderes, con lo que era el dueño absoluto de la ciudad de Roma. Un historiador eclesiástico dice lacónicamente de él: «deshonró a la Iglesia». Fue el reinado de la simonía.

Juan XX. No existió ningún papa con el nombre de Juan XX.

Juan XXI (1276-1277). Fue portugués, matemático, médico y científico. Escribió una obra sobre medicina y es famoso en el mundo de la filosofía con el nombre de Pedro Hispano. Murió al derrumbársele encima el techo de una obra que estaba haciendo en su palacio de Viterbo. Fue un hombre piadoso y muy trabajador. Bien poco pudo hacer en sus ocho meses de pontificado....

Juan XXII (1316-1334). Papa de Aviñón. Se podría escribir mucho sobre él (El nombre de la rosa se desarrolla en esta época). Tuvo enfrente a Alemania; entró en conflicto con los franciscanos; su opinión sobre la "visión beatífica" fue declarada herética... Lo único que amaba era el dinero e inventó mil tributos para tener más. Se hizo inmensamente rico, entre otras cosas con dinero de los Templarios. Descaradamente nepotista y chauvinista: de 28 cardenales que nombró, 23 eran franceses y 9 de ellos de su mismo pueblo (Cahors). Mandó despellejar la cabeza y manos al obispo Geraud y luego quemarlo vivo («porque había matado al sobrino del Papa con brujerías»!!). A un franciscano que predicaba sobre la pobreza, lo mandó bajar del púlpito y lo encerró en la cárcel. El odio hacia este papa era general: el segundo papa, Nicolás V, quemó una efigie de Juan XXII en la plaza de Pisa. Pero las huestes de Juan apresaron a Nicolás V llevándolo ante él con una soga al cuello. Le perdonó la vida por un pacto previo pero lo tuvo en la cárcel hasta que murió. «Inventó» una herejía sobre el juicio final de la que se retractó a su muerte.

— Juan XXIII (1410-1415). Fue el tercer papa simultáneo junto a Gregorio XII y Benedicto XXX (el Papa Luna) en el Cisma de Occidente. Hombre ambicioso, mundano y nada espiritual, fue considerado antipapa y depuesto en el Concilio de Constanza (1414) tras gravísimas acusaciones de violación, sodomía, incesto. Fue, además, excomulgado y encerrado en prisión durante tres años.

Juan XXIII (1958-1963). ¿El único Juan que se salva? Es el segundo Juan XXIII. Convocó el Concilio Vaticano II. En realidad fue elegido como posible papa de transición. Su memoria está todavía viva entre quienes convivieron con su "reinado".

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(1)La senadora Teodora fue amante, madre, abuela y mentora de un buen número de papas, lo mismo que su hija Marozia Ambas nombraron, destituyeron, apresaron, procrearon... a placer --nunca mejor dicho-- en los entresijos del Vaticano.
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