El holocausto judío, cocinado con salsa cristiana.


Estos días hemos podido leer en Religión Digital referencias a Hitler, los judíos y demás procacidades históricas. Bien es verdad que nadie defiende posturas, postulados y consecuencias tan horrendas, es cierto. Pero tales posturas se debieran haber tomado "antes", no "después" de sucedidos los hechos.

Basta profundizar un poco en la historia del cristianismo para percibirlo: no se puede negar que el cristianismo fue el caldo de cultivo de la mayor hecatombe de toda la historia contra un grupo humano concreto, los judíos.

Los testimonios puntuales podrían importar poco. Lo que importa es el hecho sostenido de un antisemitismo declarado dentro de la Iglesia. Es más, la Iglesia ha sido la única sociedad como tal, donde más se ha "cultivado" y sostenido el antijudaísmo.

¿O no recordamos muchos esa oración de "los viernessantos de nuestra infancia", luego corregida, que decía "oremus et pro perfidis Judaeis: ut Deus et Dominus noster áuferat velamen de cordibus eorum; ut et ipsi agnoscant Jesum Xtum Dom. nostrum"?

La contradicción más grande estriba en no deducir del "postulado" general que es la redención. Si Cristo murió –y tenía que morir-- por nuestra redención, ¿por qué hacer a los judíos reos de ello? ¿Y no fueron los romanos los que decretaron su muerte? Siempre el jefe debe ser el responsable final de lo que hacen subordinados o instigadores.

Contradicciones conceptuales que, como siempre, derivan en acciones criminales. El filósofo opina, el sayón ejecuta.

La liturgia y los jerarcas los consideraron, en textos y predicaciones, perversos, pervertidos o pérfidos durante siglos. El odio hacia los judíos fue fomentado desde el mismo poder sacro.

Señalemos algunas "leves" referencias:



 Inocencio IV, en 1244: Mande... que los antedichos libros [Talmud y otros] sean echados a las llamas y se prohíba con firmeza a los judíos tener a cristianos como sirvientes o nodrizas.

 Eugenio IV, 1442, cuya Bula contra los judíos “es” el documento modelo de la “solución final”: Desde ahora y para siempre, los cristianos no deberán comer o beber con judíos ni admitirlos a fiestas... no deberán permitir que tengan honores civiles o que ejerzan cargo público; no podrán ser mercaderes, cobradores... ningún cristiano puede dejar o heredar nada en su testamento a judíos... el testimonio de judíos contra cristianos no tendrá valor alguno... todos y cada uno de los judíos deben vestir y usar la vestimenta distintiva y las marcas conocidas... no podrán vivir entre cristianos, sino en una calle separada....

 El cristianísimo Lutero, fiel a tal tradición escribió: Primero que se incendien sus sinagogas y sus escuelas... Segundo que destruyan también sus casas... para que sepan que no son los señores de nuestro país... sino miserables y cautivos que se quejan sin cesar ante Dios.

 En todas las ciudades de España y de Europa se siguen conservando denominaciones discriminatorias como “juderías” o “barrios judíos”, signo evidente de que las prescripciones de papas e inquisidores se llevaron a efecto. Son los futuros ghetos nacidos de la Wannseekonferenz.

 Isabel la católica en 1492 los expulsa de España a instancias de fray Juan de Torquemada, fanático dominico con poder, bajo cuya férula, por cierto, fueron condenadas a muerte al menos tres mil personas y muchísimas más condenadas a diversas penas. Varios decenios antes, predicadores exaltados ya habían propiciado "progroms" sangrientos en distintas ciudades de España. Recuérdese el de Córdoba.

 Pío V, en 1567: ...ordenamos que todos y cada uno de los judíos... en nuestros Dominios Temporales... habrán de partir hasta fuera de sus confines en el espacio de tres meses... Deben ser despojados de todos sus bienes... Se convertirán en siervos de la Iglesia Romana y se les someterá a servidumbre perpetua... (¡!)

 Y no pasado tan pasado. El “santo” Pío X le contestó a Theodor Herzl, cuando buscaba su apoyo: Los judíos no han reconocido a Nuestro Señor. Por eso no podemos reconocer al pueblo judío.

 Los nazis mismos, por muy anticristianos que fueran algunos, nacen dentro de una tradición cristiana. Es lo que algunos de sus jerarcas afirmaron de forma sostenida.

 Ninguna autoridad eclesiástica condenó la Kristallnacht, hecho no ignorado ni por el Vaticano ni por la Iglesia alemana.

 Pio XI afirma que Dios los había elegido para abrir el camino a la redención de Cristo pero ellos lo negaron y lo mataron. Y ahora, “cegados por sus sueños de ganancias mundanas y éxito material “ habían merecido “la ruina terrenal y espiritual” que ellos mismos se habían buscado. Excesivo.

 Hitler, por más que olviden los jerarcas sus palabras, siempre se consideró católico. Al combatir a los judíos estoy haciendo la voluntad del Señor. Léase el indigesto Mein Kampf.


Las “grandes ideas históricas” siempre han nacido al rescoldo de una creencia. Y siempre, en algún lugar, se puede llegar al final de la solución que propugnan (como “la solución final” nazi).
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