¿Cómo conjugar el renacer de una sociedad científica, dependiente de tal manera de sus propios medios de producción que sin ellos volvería al caos, con la preservación de la vida natural, con el conocimiento directo de los procesos vitales en los que necesariamente nos vemos envueltos, con la salvaguarda de los mismos, con la satisfacción que produce disponer sólo de lo imprescindible y no tomar de ella más que lo necesario para vivir?
Es un pensamiento que tiene mucho que ver con la búsqueda y consecución de la felicidad.
Pero, ¿qué es lo que proporciona la felicidad? ¿Es felicidad la del bosquimano que se considera en el último escalón de la escala natural, feliz de sentirse dueño y fruidor de su hábitat? ¿Estriba la nuestra en rodearnos de productos que nosotros mismos fabricamos, pensando que "eso" es lo natural?
Preguntas que no tienen respuesta.