La "petición de principio" y los credos.

En multitud de ocasiones nos hemos referido a la necesaria aplicación de la lógica a lo que se piensa, se cree y se vive. Lo hacemos una vez más.

En lógica filosófica hay una larga consideración que se refiere a la “petición de principio”, que, más o menos, viene a ser un razonamiento vicioso que consiste en dar como cierto aquello que se pretende probar.

Resulta paradójico que haya sido la Lógica aristotélico-escolástica la que más incidido en su consideración. Cójase el Catecismo de la Iglesia católica y aplíquese dicho principio. No quedará piedra sobre piedra.

Para “ellos” tal principio no rige. Su conocimiento y su saber no se rige por los principios de la lógica “humana”, que, a fin de cuentas, termina y deriva en el sentido común.

Otro argumento más para volver a decir que entre un crédulo y un racional no puede existir nexo de encuentro: sobra uno de los dos. “Ellos” ya intentaron en el pasado que “sobrara” la lógica que prescindía o ponía en la picota las creencias (dogmáticas).
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