Tres posibles pre-juicios que derivan en juicio: uno, “
mi hijo no es así”; dos, “
no me lo puedo creer, era un vecino ejemplar”; tres, “¡
un pervertido, un degenerado es lo que era!”. ¿Dónde está la verdad?
El filósofo habla de "
estado, proceso y suceso". Tres momentos de la realidad. Y tres posibles referencias de verdad. La cosa es; la cosa deviene o deriva; la cosa o bien pasa ante nosotros o nosotros pasamos ante ella de manera fugaz.
En cada situación, un conocimiento, una posible reflexión y un previsible juicio.
Las más de las veces nunca se llega al “es”. Y cuando creemos llegar, el “es” queda condicionado por el “a-parece”, el suceso que esconde al “es” pero parece ser.
Tal “suceso” puede generar distintos tipos de juicio en los demás: el que se cree que es, con la única referencia de “lo que está”; el del que ve venir lo que es; y el que se tenía y no cambiará por el suceso.
Puede parecer abstruso este razonamiento, pero tiene más importancia práctica de lo que parece: un arrebato genera un homicidio: el homicidio es un “suceso” que puede responder o no a un “proceso”, pero nadie “es” homicida por “estado”.
La ley, “lo que está”, cambiará “al que cree que es” por lo que cree que “debe ser”, pero que ya era. Tremenda y paradójica realidad.