La religiosidad inconcreta.

Hay una religiosidad inconcreta en este Occidente del bienestar, una especie no definida de nebulosa crédula flotando por el mercadillo de la "salvación a la carta" que no se puede encuadrar dentro de las recetas de las grandes religiones. Religiosidad que escapa incluso de su propia concreción en grupúsculos desgajados en forma de sectas de las grandes ramas de la religión.

Esta religiosidad inconcreta --algo así como lo fue el deísmo del siglo XIX-- es la que impregna el aire que respiran esos “grupos místicos”, “espiritualistas”, “catecumenales”, “esotéricos”, “renovadores", “neo”. En general está presente también en aquellos interesados en el fenómeno religioso e impregnados de él sin una clara definición ni menos concreción.

Es digna de atención esta "vivencia" porque integra una corriente renovadora bien definida que supone entre el 18 el 25% de los creyentes de occidente. Todavía no es un movimiento organizado quizá por no haber surgido un “profeta” de nuestro tiempo, con prestancia, carácter, trascendencia... pero esta nueva religiosidad impregna el sentir religioso de muchos creyentes, aprovechando los “restos del naufragio”.

Los rasgos más sobresaliente y que la podrían definir:

 Religiosidad Sincrética o nomotética: vienen a decir que todas las religiones son válidas porque “ayudan” a caminar hacia el misterio; de todas se pueden tomar elementos válidos.

 Los avances científicos le sirven como peldaños para acceder a lo divino, curiosamente por la presencia de muchos científicos entre sus adeptos. Pero al mismo tiempo no tienen recato en decir que “la Biblia tenía razón” o en referirse, por ejemplo, a la concordia entre la cosmovisión taoísta o hindú y la física cuántica.

 La asunción de mundos separados, eviternos, propicia creencias en “seres” que están presentes entre nosotros con los cuales se puede entrar en contacto, por ejemplo, con los difuntos (espiritismo).

 El sentimiento de estar inmersos en una conciencia cósmica. Este pensamiento lleva a algunos a buscar el conocimiento del futuro por los medios más variados y curiosos, chocando con otros presupuestos también defendidos por ellos.

 Consecuencia de todo lo anterior es que la percepción de lo religioso es puramente subjetiva, diríamos propiamente emocional. Lo auténtico o lo falso lo discierne cada uno pero dentro del plano afectivo y sensible.

 Esa sensibilidad hacia lo sagrado proviene del sentimiento vago del hombre por encontrar protección, sentido oculto en las cosas, refugio ante el agobio inmediato o presentido e incluso apoyo para luchar por la solidaridad entre los hombres y por un fundamento a la justicia universal.

 La salvación se centra en librar al hombre de lo que le oprime en este mundo y dentro del tiempo de su vida. De ahí la importancia que se da al bienestar físico, a la armonía de las pulsiones, al equilibrio entre lo psíquico y lo corporal... Y de ahí la ofuscación occidental ante los fenómenos religiosos de oriente.

Si no fuera porque el reduccionismo limita el entendimiento de lo complejo, diríamos que beben en las mismas fuentes de donde han surgido todas las religiones, fuentes en definitiva que nacen del psiquismo humano y de las pulsiones, instintos y estímulos que lo aquejan desde que el hombre es hombre.
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