No sólo de pan... Los cuentos de Pilar.

Los decretos estableciendo el 12 de Octubre como “fiesta nacional” tienen fecha determinada; como Día de la Hispanidad también (recordemos la figura de Ramiro de Maeztu); como día de ocio nacional, son muchos los que huyen de fastos para refugiarse en aldeas o playas si el tiempo no lo impide (“se prevén tantos millones de desplazamientos”)… Sin embargo como Festividad de la Virgen del Pilar, la cosa no está tan clara, bien que el 12 de octubre de 1492 tenga algo que ver con ello.
Y aquí nos encontramos, dilucidando entre opciones por asistir al espectáculo de fuerza de saber quién puede más y qué festividad primará pasada una centuria en el subconsciente colectivo: el llamado “Día de la Raza” pasó a mejor vida; el Día de la Hispanidad, que se impone como celebración nacional con tintes administrativos; la Fiesta de la Virgen del Pilar que ahí sigue sustentada por el imaginario colectivo, más como otra denominación más de la “diosa celestial”, Virgen María, que como celebración de un acontecimiento ocurrido allá por el año 40 de la era cristiana, según dicen.
Remito a este ARTÍCULO publicado en tal día como hoy de 2010 donde abundan las reflexiones y argumentos para denostar fiestas de este tenor, sin aclaración alguna sobre el origen fabuloso de la misma, sustentado en pura leyenda. Pero muchos se lo creen, incluso lectores conspicuos de este blog.
Virgen del Pilar, que curiosamente sirve como denominación onomástica… Esto de los nombres femeninos –también masculinos, por supuesto-- no deja de tener su curiosidad a veces hilarante, porque lo mismo se podría alguien llamar “pilar” como “ladrillo”, “tronco”, “ensaimada” o “emigración”… si la credulidad hubiera hincado sus dientes teológicos en tales apelativos. ¡Cuántos referidos al entramado fundacional del cristianismo! Encarna, Conchi, Visi, Anunciación, Asunta, Dolores
Virgen del Pilar, un cuentecillo para niños, ésos que tienen todas las noches sus apariciones y todos los días sus relatos para desarrollo de su calenturienta imaginación. Niños aptos para que, gracias a sus visiones, los mayores erijan monumentos y santuarios que sirvan como centros de aculturación y dominio sobre mentes ignaras. Nada menos que toda una madre de Dios, estando todavía con vida en Éfeso, presenta sobre un pedestal a quien sería el iniciador del cristianismo en España. Asunto suculento que todavía en el siglo XXI origina el pingüe negocio del Camino de Santiago. Rentable ha resultado el cuento.
Pero nadie se apareció, porque es un hecho imposible que sólo sucede en el imaginario de las religiones, y nadie estaba en el lugar citado, dado que no hay referencia alguna ni siquiera en sus propios textos. No olvidemos que Santiago, hermano de Jesús, durante un tiempo fue la cabeza de Iglesia cristiana, no Pedro.
Eso sí, la celebración continúa. No importa el fondo oculto, el meollo sustentador. El perifollo, el ornato posterior, la decoración ocultan el cuento original. Lo embellecen de tal manera que la fantasía encubre la realidad. La realidad de tiempos pretéritos no puede ser ni es distinta de la nuestra cotidiana, porque el hombre ha tenido durante milenios las mismas necesidades que tiene ahora, bien que resueltas de modo diverso. Esa realidad no admite ilusiones que llevar al estómago, aunque sirvan para engañarlo.
Hemos citado arriba una fecha, 1492. Hecho glorioso, hecho trascendental para el Occidente cristiano. Inmensas posibilidades para la credulidad. Bien claro lo vieron los gerifaltes de la fe. ¿Descubrimiento de un continente? Nada de nada: la Virgen del Pilar guió a los navegantes como guió a Santiago desde Césaraugusta hasta Gallaecia… ¿O los marineros no cantaban todas las tardes la “salve” para sentirse protegidos por la Virgen en su empresa? Fue la Virgen y sólo ella la que guió y trazó su rumbo. Dicho esto, el pueblo no podía hacer otra cosa que asentir.
Suplantación de celebraciones, actividad a la que desde los albores de la nueva credulidad se entregó la Iglesia cristiana: tal día como el del 12 de octubre de 1492 no procede sino celebrar a la virgen descubridora, la “diosa suprema”, “virgen y madre”, Virgen del Pilar. Ya lo explicó claramente fray Gerónimo de la Concepción y lo confirmó León XIII en 1884, hablando de Santiago el Mayor. Surge un “pero” que puede consternar a cualquiera que, aparte del sentido común se rija por indicios racionales, por qué callan el hecho de la aparición Idacio, Orosio, Juan de Viclara, san Isidoro de Sevilla, San Ildefonso de Toledo, San Braulio y Prudencio… Todos ellos vivieron y escribieron sobre el cristianismo en España
Es seguro que a los habituales denostadores de cuanto aquí decimos --por principio se nos debe negar el pan y la sal-- este cuentecillo se debe mantener y nadie es quién para refutarlo. Nada que decir si su imaginación infantil se quiere seguir recreando con tales fantasías. Sigan ritualmente la reiteración del cuento.
La desbandada popular piensa con las sandalias. Es un cuento gracias al cual el pueblo fatigado ha tenido durante siglos un día de asueto. Los políticos, por su parte, se sentirán obligados a asistir a la segunda denominación de este día, Fiesta de la Hispanidad, con desfile incluido. Quizá asistamos también al desplante de los nuevos inquilinos de la política, los pro o pre revolucionarios instalados en las poltronas municipales. Motivo de sorna popular.
¿Y los sujetos pasivos de tal celebración, los americanos? Esto es harina de otro costal. Desde el más humilde revolucionario adoctrinado contra el expolio sufrido hasta Pablo Neruda en su Canto General, seguirán rechinando los dientes contra la barbarie a la que fueron sometidos, también la del adoctrinamiento religioso. Otros harán tabla rasa del aciago pasado y celebrarán la unidad espiritual del continente. Pensarán que, a fin de cuentas, el choque de la civilización occidental con la amerindia se iba a dar más pronto que tarde y, lo mismo que sucedió con los austrigones frente a Roma, la nueva civilización les sacó del neolítico. ¿Fue peor para España la sumisión al Imperio romano y la rendición de los cántabros ante Octavio Augusto? Algo parecido sucedió con América. A fin de cuentas la colonización española tuvo mejores cimientos legislativos –recordemos la pragmática de Isabel la Católica respecto a la esclavización de los indígenas—que la colonización realizada por británicos, belgas, alemanes y franceses que entraron a saco en África.
Lo dicho, “no sólo de pan vive el hombre”, también de cuentos. Sirven para alegrar las noches invernales que se acercan.
¿Origen de la fiesta? Desconocido. Remiten al año 40. Podrían remitir al Diluvio y sería igual
Fiesta de la aparición de nadie a alguien que no estaba allí. La Virgen, todavía con vida (¿cómo lo saben si no hay datos?) se aparece a un Santiago que nunca estuvo porque no pudo viajar a España…