El solucionario cristiano puede servir al Islam.



En el fondo, son lo mismo. El Islam en nada se diferencia del cristianismo si no es en el aspecto temporal y en lo accesorio, los ritos o la ausencia de ellos.

Iguales como religión que “religa” a Dios e idénticas en lo fundamental: ambas religiones creen en un Dios único; ambas son religiones “de libro”; las dos tienen un profeta hijo y enviado de Dios; tienen un padre común en Abraham; disponen de un ritual como vía necesaria de acercamiento a lo divino; finalmente, ambas creen en una vida de futura felicidad.

Y decimos que pueden diferir “en lo temporal” porque el Islam actual está anclado en el siglo XV cristiano, reviviendo e implantando en sus territorios prácticas ya conocidas que sangran en el libro de la historia cristiana.

Añádase el agravante de que han hecho retroceder a las sociedades donde se incardinan a las cavernas seculares de la credulidad más inhóspita y asalvajada, sociedades que, exceptuando grupúsculos, comenzaban a ser ejemplo de convivencia y laboriosidad todavía a mediados del pasado siglo.


El arraigo social sigue las mismas pautas que ya utilizara el cristianismo: imposición de doctrinas a creer sin discusión filosófica o científica; represión del infiel, si practica otro credo y sobre todo si lo es del sentir común; radicalización dogmática, moral y social como sucedió en el cristianismo tras la Contrarreforma; sociedades regidas por leyes emanadas del Libro que pecan muchas de ellas de arbitrariedad personalista; imposición, de manera más o menos explícita, de prácticas piadosas, etc.

¿De qué se lamentan los cristianos de hoy? ¿De que otros hayan copiado lo que aprendieron en sus fuentes? ¿O quizá de su magra conciencia histórica?

También son idénticos en lo que relaciona poder político y religión. La dictadura es algo poco menos que congénito al credo musulmán; de ello se valen los tiranos para perpetuarse en el poder, apropiándose del credo como elemento utilitario. Con la irónica salvedad de que, cuando la jerarquía que dispensa el credo se opone al mando omnímodo y a los propios designios “salvadores” del caudillo de turno, la machacan y descabezan. Recuérdese el ejemplo de Nasser.

Pero a la vez el credo musulmán se revuelve como áspid hostigado contra el poder constituido en artera manipulación de las masas. El ejemplo del bimilenario trono de Persia sirve como modelo. Posiblemente el pueblo que nunca se entera de nada viva a gusto con la dulce opresión de los imanes iraníes, pero no así la élite que podría hacer resurgir al país por otros caminos de mayor dignidad humana. En todo caso, ningún país occidental quisiera para sí tal rectoría teísta.

Esta lógica y siniestra espiral ha marcado la historia última de los países musulmanes.

Hay hechos significativos ocurridos desde mediados del Siglo XX que definen el escenario crédulo del Islam:

--el enfrentamiento del rey Hussein de Jordania contra los palestinos, “Septiembre Negro” del 70;

--la represión consecuente al asalto a la Gran Mezquita de la Meca en 1979;

--el asesinato de Anuar el Sadat en octubre de 1981 con las funestas consecuencias para la organización crédula;

--la resistencia afgana a la invasión soviética;

-la guerra entre Irak e Irán;

--la contienda civil en Líbano;

--el quiste político palestino que aprovecha el fanatismo de quienes se autoinmolan para crear terror indiscriminado;
--las carnicerías de Argelia en la última década del siglo XX;

--hoy la muy olvidada consunción de Sudán entre masacres y barbarie;

--las manifestaciones chiíes tras la guerra del Imperio usamericano contra Sadam, cuando parece renacer la fe tras el periodo cavernario de un régimen laico...

Pocos logros políticos, ninguno militar y consecuente islamización radicalizada de las bases.

Después de varios años de “revolución”, terrorismo, matanzas, secuestros... se inició la reislamización de modo práctico y efectivo desde abajo, a través de redes de mezquitas, con sus correspondientes servicios sociales, y creación de asociaciones pietistas.

Lo han logrado: todo lo humano, es divino. Alah omnipresente.

Es de prever que venga un periodo de sosiego, de sedimentación religiosa: pasarán lustros, décadas, quizá siglos y se impondrá la lógica decepción respecto a la credulidad --el pueblo sigue igual--, para llegar a la organización democrática, si antes no surge algún cataclismo impensado en estos momentos.

Nihil novum sub sole. Lo que fue, es y será.

Pero lo que para consumo interno importa: ¿y eso pretenden preservar bajo fuero de tolerancia, anti xenofobia y respeto a la cultura?
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