La turbia redacción de El Corán


En el año 632 murió Mahoma también conocido por Mohammed o Muhamma. El relato de su vida y obra quedó “claro” hacia el año 750, cuyo escrito original, obra de Ibn Isaac, se perdió. Ya es casualidad. La redacción posterior, casi doscientos años después, se debe a Ibn Hisham (+ 834).

Respecto a su vida, obras y escritos --también es casualidad--, no se ponen de acuerdo todos sus secuaces.

Lo mismo que los judíos que además del Antiguo Testamento tienen la Torah, los musulmanes disponen de un arsenal inmenso de "jadices". Si importante es su Libro Sagrado en lo que afecta al orden social y político, más importantes para la organización de la vida diaria son los “jadices”, que dicen ser sentencias recogidas por sus secretarios o fieles próximos prescribiendo esto y lo otro sobre conductas a seguir. Casi todas sus recetas terminan en penas, muchas de muerte.

¡Qué afán el de todos los seguidores de Moisés por aniquilar a los que no obedecen las leyes de Dios!


Mahoma recorrió las tres fases típicas de cualquier fanático obcecado con su misión: primero recepción del mensaje, persuasión y primeros seguidores; luego predicación pacífica y amable, captación de discípulos y extensión del mensaje; finalmente, cuando los resultados eran adversos o generaba excesiva oposición, predicación e imposición por la fuerza, persecución y aniquilación de quien no aceptaba sus mensajes divinos.

Así, en la última etapa, Mahoma se convierte en un político ambicioso, en un general victorioso. Su mensaje primero ni convenció a los cristianos de su entorno, por banal, ni a los judíos, por tergiversador del AT y de la Torah. De ahí el cambio radical en la tercera etapa de su vida.

A su muerte, sin haber previsto o prefijado con claridad su sucesión, todos quisieron quedarse con el santo y seña. Primer cisma entre sunníes y chiíes.
La lógica lleva a pensar que una de las dos facciones está equivocada, algo en que pasan por alto unos y otros.

El hecho mismo de que el Islam se convirtiera en un califato político, con cargos y poderes por los que todos lucharon a muerte, es la señal más clara de “religión construida por el ser humano” (como el cristianismo y como cualquier otra).

¿Y su doctrina? Más de lo mismo, revelada para ellos, prosaicamente humana, y bien humana, para quien piense un poco. Dicen que sus enseñanzas, orales, estaban guardadas en la memoria de sus fieles, pero ¿cómo no pensar que cada uno de ellos añadiría de su cosecha lo que quisiera o suprimiría lo no conveniente?

Pronto de dieron cuenta del peligro que suponía el que las guerras primeras fueran dejando sin memoria a las huestes mahometanas dado que los fieles más cercanos al Profeta morían como soldados de la fe. Con ellos se llevaban sus "dichos" y sus "pensamientos".

Ante esa posibilidad, se encargó a Zaid ibn Thabit que recopilara cuando hallara y lo fijara por escrito. Aparte del testimonio de las personas, se recogieron trozos de papel, piedras, hojas de palma, omóplatos, costillas, trozos de cuero... conteniendo escritos del Profeta. Con todo ello se redactó una versión autorizada.

Esto dicen, pero no es cierto. No parece que fuera el primer Califa el promotor de tal proyecto arqueológico sino el cuarto, Alí (fundador del chiísmo); otros dicen que fue el califa Uthman (644-656). Sea lo que fuere, y en el ínterim, las distintas facciones luchaban por imponer la verdad del Profeta. Uthman se hizo cargo de la versión “autorizada” y destruyó el resto de las posibles fuentes, enviando copias a Kufa, Basora, Damasco...

También debe ser casualidad que obrara ni más ni menos como lo habían hecho Ireneo y Atanasio purgando y censurando la Biblia cristiana. En el caso del Corán, Uthman fue más allá: todas las ediciones anteriores rivales fueron quemadas. A los cristianos les quedan al menos los Evangelios apócrifos.

Sin embargo no consiguió evitar las discrepancias ni, por otra parte, se podrá saber nunca si lo que los hadices dicen fueron palabras todas de Mahoma o no.

Pero si difícil es saber lo que Mahoma dijo en realidad de lo que no, añádase algo más, relacionado con la idiosincrasia de la primitiva lengua árabe: el empleo de puntos para diferenciar consonantes y el uso de signos especiales para las vocales, variaciones que favorecieron lecturas distintas de la misma versión del propio Corán, dado que el primitivo no los usó hasta el siglo IX.

Esto no sería importante para una novela cualquiera, pero no hay que olvidar que era ¡palabra de Dios!, palabra revelada, palabra que presuponía normas de obligado cumplimiento.

Nunca una religión fue tan manifiestamente producto humano como lo es el Islam. O "por la boca muere el pez".

Si esto sucede con la biblia musulmana, El Corán, no digamos nada si hablamos de los “hadices” o los “jadiz”,extensísima colección de literatura oral que transmite ¡también! las enseñanzas de Mahoma.

Una observación “adversus hominem”: en un país musulmán, cualquiera que propale lo que aquí se ha dicho, puede considerarse reo de "fatwa" ante cualquier fanático hijo de Muhamma, incluso reo de muerte (Sura, V, 13). Menos mal que aquí no entran fanáticos del GIA o de Al-Qaeda. ¿O sí?
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