El Papa Responde

Publicada la noticia de la inicial disposición del Papa a contestar personalmente a los fieles las preguntas que les formulen relacionadas con Jesucristo -título y argumento de su último libro-, creo largamente justificado este comentario, sin otra intención que la que de sí entraña y define la simple sugerencia. Esta, en el caso presente intenta destacar la urgente necesidad que se tiene hoy en la Iglesia de que al menos algunas de sus principales preguntas sean respondidas con autoridad, oportunidad e inteligiblemente, así como estimular a los fieles a que se conviertan en contestatarios responsables que les obligue, y obligue a otros, a expatriar del territorio eclesiástico los inconscientes y maquinales “Amén” que todavía tachonan y definen la llamada “doctrina cristiana”.

. Antes de nada, los cristianos- cristianos de verdad se preguntan, y comentan entre sí, qué necesidad tiene el Papa de convertirse en noticia a cuenta de exponerse tan pública y solemnemente a contestar sus preguntas, por muy elementales que sean, sabiendo, -como deben saber-, que esta es tarea primordial de los obispos, de los curas y de los libros de los que dicen ser educadores de la fe.

. A la mayoría de los cristianos, no obstante, les ha parecido digno de enaltecimiento el hecho de que el primer “diálogo” radiofónico pontificio gire en torno a la figura de Cristo-Jesús, que en definitiva es quien le confiere su nombre y condición de cristianos.

. Estos mismos cristianos están felizmente sorprendidos de que, pese a que la historia, la iconografía y el arte en general, y tantos intereses revestidos como eclesiásticos, hayan manipulado la figura de Cristo, descristianizándola en multitud de ocasiones, no habiendo podido borrarla del santo evangelio y se nos siga ofreciendo con los perfiles y características propias del Hijo de Dios y de la Santísima Virgen, hermano nuestro y salvador por oficio y por ministerio.

. Rebasa los linderos del milagro el hecho de que todavía Cristo se nos siga presentando en la Iglesia tal y como es, cuando para la misma institución eclesiástica ha sido y es motivo de escándalo, con conciencia de haber manipulado nombre tan sagrado y en su fraudulenta e interesada representación haber actuado y actuar de determinadas maneras, alejadas de la intención, doctrina y comportamiento de Cristo.

. Es entitativamente desconsolador el hecho de que cristianos y no cristianos tengamos que esperar a que sea el Papa quien nos desvele y actualice la figura de Cristo, convirtiendo su determinación pontificia en noticia. Desde valoraciones profesionales periodísticas, tal hecho y sus circunstancias rebasan toda ponderación y medida, con riesgos de tornarla apócrifa.

. ¿Pero existió o no históricamente Cristo tal y como nos refieren los santos evangelios? ¿Fue fundador de la Iglesia, y más concretamente de la institución que la asume, la representa y actúa en su nombre? ¿Es posible “condenar en el nombre de Cristo”, a la vista del comportamiento tan sustantivamente salvador que él tuvo siempre y le llevó a ser condenado? ¿Qué porción de representatividad de su nombre y figura creen poseer de por vida aquellos que en el contexto de la religiosidad de su tiempo, siguen portando el oficio, la denominación y el poder de Sumos Sacerdotes, con referencias cuestionablemente sagradas al mismo templo de Jerusalén?

. ¿Qué puesto o lugar habría hoy de ocupar Cristo Jesús en su Iglesia, tanto en su ordenamiento jerárquico, propio de la institución – sociedad, como en sus ceremonias y representaciones “oficiales”, por muy “misas solemnes” que sean y se les llame? ¿No constituiría un embarazoso y molesto problema el hecho de que se hiciera presente Jesús hoy en la Iglesia, tal y como lo hizo en el templo de Jerusalén y en las sinagogas, y más cuando decidiera insubordinarse a imposiciones diplomáticas y órdenes emanadas de rangos, graduaciones, escalas o cargos? ¿Resistirían las autoridades competentes la sagrada tentación de expulsar del templo al intruso, por muy Hijo de Dios que se intitulara, sobre todo desde el recuerdo, convicción e intuición de hacerlo, antes que él mismo volviera a empuñar el correspondiente látigo para repetir la función, tal y como relatan los mismos evangelios?

Son muchas, urgentes, oportunas y actuales las preguntas que necesitan respuestas por parte el Papa, aunque esta seguridad a pocos pueda situar en el limbo, dado que los correspondientes “mandados”, filtradores-pasadores de preguntas, les impedirán su acceso y formulación, aunque para ello hayan de invocar el mismo nombre de Dios y hacerlo así como servicio a la Iglesia.
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