Una ocasión única

Soy optimista y me parece que el nuevo papa va a tener una ocasión única para renovar una estructura eclesial que, como decía el cardenal Martini, se había quedado anticuada. Y es única, porque Benedicto XVI tomó una resolución que iba contra toda la tradición eclesial y que seguramente fue muy mal vista por sus compañeros vaticanos. Hizo lo que creía conveniente, a pesar de los pesares.

Yo he sentido, en algunos viajes a Roma, que el famoso dicho Roma veduta, fede perduta, era cierto. Me causaban emoción, los peregrinos del mundo entero que daban fe de la catolicidad de la Iglesia y la liturgia vaticana, tan cuidada y estéticamente bellísima, que me acercaba a Dios. Pero al salir de la basílica, sentía algo en mi interior que me decía, que si bien Dios está en todas partes, se aloja preferentemente en los que sufren, en los pobres y en los oprimidos. Y esa faceta, tan distinta de nuestra religión, queda oculta en los muros del Vaticano y en sus calles anejas, con tantos uniformes variopintos.

Creo que es importante, y no admite demora, que las mujeres ocupen el sitio que les corresponde en la Iglesia y que se reformen una serie de normas que la situación del mundo ha dejado obsoletas pero, para mí, hay algo que tiene preferencia sobre todo lo demás. Y curiosamente coincide con lo que tienen que hacer muchos gobiernos del mundo entero: recortar su burocracia y sus gastos. El estado Vaticano tiene que ser mucho más modesto, debe vestir a sus gentes con ropa normal y dejarse de sedas y capisayos, no tiene necesidad de nuncios, cuando puede contar con las conferencias episcopales de cada país… Los que trabajan dentro, saben mucho mejor que yo por dónde empezar, y pueden aconsejar al nuevo pontífice, pero la Iglesia vaticana actual, no refleja la médula del mensaje de Cristo.

Es cierto que pocos cristianos seguimos el camino de nuestro fundador, porque el espíritu está pronto pero nos dejamos llevar por la carne. Necesitamos ver ejemplos en nuestros líderes y Benedicto XVI ha sido uno de ellos cuando ha sabido renunciar al poder y al dinero. Con esta renuncia, ha dado un golpe de efecto a la tradición y ha marcado una línea para su sucesor.

Los primeros 100 días del nuevo papado nos dejarán ver si está dispuesto a un cambio tan revolucionario como necesario o si la burocracia vaticana, le pondrá el palo en la rueda para que no avance por un camino nuevo. Espero que el Espíritu le lleve por la senda adecuada, aunque no sea la que yo propugno.
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