Bobadillas o bobadazas episcopales.

No quiero enemistarme con más obispos. Tengo ya la alforja llena. Pero bobos los sigue habiendo. Alguno hasta piadosito, inapercibidito y tontito. Los dos últimos calificativos, ciertísimos. El primero posible.
Creí que ya nuestros pastores habían depuesto su animadversión a procesiones y cofradías. Que es casi lo único que tienen de verdad en sus diócesis. Con todos los aditamentos a depurar, que bendita sea la depuración, pero sin hostilidad a algo muy sentido por el pueblo. En ocasiones lo único que sienten de pertenencia a la Iglesia. Pues, a acabar con ello. Para que ya no les quede nada.
En lugar de conseguir que de eso, que es casi lo único que tienen, salga militancia eclesial pues a matar la gallina de los huevos de oro.
Yo no soy cofrade. No voy de encapuchado ni de costalero. Asisto a los Oficios. No estoy defendiendo mi procesión. Pero entre esa gente hay un filón. Que hay que aprovechar. No que matar.
Entendía que aquella iconoclastia de tiempos estériles se había terminado. Los grandes fracasados que causaron la ruina de la Iglesia parecía que ya se habían ido. Odiaban las procesiones, las cofradías, las Vírgenes y los Cristos.
Tampoco se les veía adoradores del Santísimo, devotos de la Virgen... Eran sociales. Pues, ¿hay algo más social que un cofradía? ¿Dónde bajo el hábito nadie distingue al rico del pobre?
Son obispos nuevos. Nada tienen que ver con las excrecencias, miserables, de sus antecesores. Pero alguno es tan bobo que, diametralmente opuesto, las comparte. Pienso que en aquellos por maldad y en éste por una sola neurona que vaga aburrida en un espacio vacío.
Don Juan José Asenjo ha estado crítico pero sensato. Evidentemente no va esto por él. Yo le pediría incluso más afecto, que seguro lo tiene, pero que lo haga más ostensible.
La Acción Católica no existe. O apenas es nada. Aquí sólo hay movimientos, cofradías y católicos de filas. Pues, a patadas, no se consigue nada. O sí, se consigue cabrearnos.
Derrochamos paciencia con nuestros obispos, aunque algunos pensemos que a más de uno le tocó la mitra en una rifa. Pero si se empeñan en meternos permanentemente el dedo en un ojo pues un día tal vez soltemos una coz.
He estado muy comedido. No he nombrado a nadie. Pero, ¡ya está bien! Y si hay que dar nombres de tontos de remate, de aquellos para quienes Abundio es un ejemplo inalcanzable por la inteligencia del tal Abundio, pues lo decimos. Yo no tengo pelos en la lengua.