Misa según el modo extraordinario en Madrid.

Algúnlector me pide mis impresiones del acto y con mucho gusto os las doy. La iglesia absolutamente llena, todos los bancos y un buen número de fieles de pie. Sobre doscientas personas.
Una vez más constaté un sorprendente porcentaje de jóvenes. Al contrario de lo que ocurre en la mayor parte de las misas allí casi los raros son los mayores. Claro que los hay pero no son la mayoría como ocurre en casi todos los lugares.
Y algo que sí es verdaderamente insólito, jamás lo había visto en una misa abierta al público. Había más hombres que mujeres. No sé por que pero así era.
La música,como en la anterior ocasión, muy cuidada. La acústica, como en la anterior ocasión seguía siendo mala. La celebración impecable. Parecían benedictinos. La gente parece que seguía la misa con devoción y satisfecha. La comunión, masiva.
Yo, que tengo clarísimo que el valor de la misa no está en el modo como se celebra, aunque haya que celebrarla como la Iglesia manda, no voy a cambiar mi costumbre dominical. Tampoco creo que el criterio que deba imponerse sea el de la belleza porque a misa no se va por un placer estético. Aunque lo hermoso nunca está de más en el trato con Dios. Y en eso le da mil vueltas la misa antigua a la nueva. Y si hay gente graznando al par que guitarrea con más motivo.
Sostendré siempre que los fieles tienen derecho a que les celebren la misa, vieja o nueva, en castellano, vasco, gallego o catalán, del modo que más les satisfaga espiritualmente, que más les acerque a Dios. Y no según el capricho del cura o el obispo de turno empeñados en imponer a los demás sus filias o fobias particulares.
La labor del P. Olazábal va recogiendo ya sus frutos después de tantas incomprensiones, zancadillas y obstáculos. No hay ya un grupo estable. Es que ya es tan numeroso que reclama otra misa dominical. Que bueno sería fuera a distinta hora y no más intempestiva. Que el señor cardenal lo considere.
Quien se sienta feliz con el modo ordinario que se quede en él. Que es tan santo como el extraordinario. Y el que eche de menos más piedad, más adoración, más silencio que pruebe si le va el extraordinario. Y el que se sienta a gusto en los dos, según le acomode.
Tuve ocasión de saludar entre los presentes a varios lectores y a algún comentarista del blog. Varios de ellos se me identificaron como tales. Ya les considero amigos. Charlé un rato con el fundador y superior del Instituto de Cristo Rey al que pertenece el P. Olazábal. Me pareció el P. Wach de notable simpatía.
Concluyo felicitando al P. Olazábal por sus diez años de sacerdocio y por los frutos que está viendo ya en sazón. Y felicito a todos los que disfrutáis de su ministerio sacerdotal. Y también me felicito yo por ser su amigo.