¿Dónde está Mondoñedo?

Cuenta hoy Rumores de Ángeles que encabezaba el obispo una peregrinación a Roma de su diócesis y que en el brevísimo encuentro con el Papa en la audiencia general le pudo decir que allí estaba la diócesis de Mondoñedo con su obispo. Y el Papa le preguntó donde estaba Mondoñedo. Don Manuel le dijo que cerca de Santiago y el Papa se enteró, más o menos, por donde caía.
El obispo contó encantado la anécdota que es simplemente una obviedad. El Papa no puede saber donde están todas las diócesis de la Iglesia. Seguro que haría la misma pregunta a los obispos de Chiclayo, Jaboticabal, Umzimkulu o Gaspé.
Los obispos de las pequeñas diócesis sólo pueden hacerlas conocidas por su propia santidad o sabiduría en extremos más que notables o haciendo de sus obispados un modelo para la Iglesia universal. O por todo lo contrario.
Tampoco es muy conocida en España la diócesis de Mondoñedo ni su obispo. Pienso que si hiciéramos una encuesta en la Gran Vía y preguntáramos a cien transeúntes donde está Mondoñedo la mayoría de los encuestados no lo sabría. Con el nuevo nombre de la diócesis: Mondoñedo-Ferrol, ya serían bastantes más los que la situaran.
También serían muchísimos los que jamás en su vida oyeron hablar de San Rosendo. Otros hijos de esa diócesis: Franco, Fraga, Rouco les sonarían bastante más. Cunqueiro desgraciadamente muy poco. Y Veiga, el de la alborada, nada. Y estoy seguro que salvo una casualidad casi imposible ninguno de los cien sabría dar noticia de Chao Rego o Victorino Pérez. En estos dos últimos casos, afortunadamente.
Ojalá, Don Manuel, la próxima vez que se encuentre con el Papa y usted le diga de donde es obispo la respuesta del Santo Padre pueda ser: Ah, Mondoñedo, le felicito por su labor. El Seminario lleno, el clero ejemplar, las Romaxes prohibidas... En la Curia todos se hacen lenguas del gran obispo que es usted.
Repito, monseñor Sánchez Monge, que no critico ni su persona ni su labor. Me dicen que hace lo que puede y de un modo ciertamente aceptable. Pero en usted está ser un nuevo San Rosendo o al menos algo aproximado, o que cuando diga de donde es obispo le sigan preguntando: ¿De Mondodónde?
No se resigne a ser un obispo del montón. Un buen obispo del montón. Mondoñedo y la Iglesia necesitan más. Ánimo y que el Señor le ayude.
Concluyo felicitándole por acudir a Roma con algunos de sus diocesanos. Ojalá todos los obispos le imitaran y acudieran repetidamente a visitar con sus fieles al Vicario de Cristo. Gran ocasión para estar con su gente y de acercarla al Papa. Seguro que vuelven, a nada que se esfuerce usted, encantados con su obispo. Sintiéndos a la vez más hijos y más Iglesia.