¿Monseñor No?

Nada más ser ordenado (1968) lo mandaron a Roma a estudiar y a su regreso supongo que desempeñaría algún ministerio pastoral pues hay unos cuantos años en blanco en la biografía que ahora tengo a la vista. Y como la cosa no tiene demasiada importancia no me apetece indagar más.
Ya en 1985 le tenemos de Delegado diocesano del Clero, en 1988 será Vicario de Pastoral, en 1990 abad presidente de la concatedral de Soria, en 1998 vicario episcopal para la aplicación del Sínodo y en el 2001 vicario general. Cargos que simultaneó con la docencia, en el Instituto Antonio Machado, en la Escuela de Enfermería y en el Seminario. Después sería obispo de Osma-Soria, poco tiempo, y por último obispo de Santander.
No sostengo preferencias sobre la idoneidad de una u otra carrera para el episcopado. Ha habido buenos, regulares y malos obispos de ambas procedencias. Don Vicente parece que fue más un gestor que un pastor. Seguro que tan dilatada experiencia de gobierno no le vendrá mal para el ejercicio del episcopado.
Me dicen que el poco tiempo en que rigió la cómoda diócesis de Osma-Soria lo hizo bien. El obispado castellano, fácil donde los haya, ha tenido la suerte de no padecer malos pastores y hoy por hoy es un premio a cualquiera que le caiga. Su única desgracia es ser una diócesis trampolín en la que no paran mucho sus obispos. Desde 1909, fecha en la que falleció el obispo García Escudero, sólo se ha enterrado en la diócesis un obispo. El último gran obispo de Osma, Don Saturnino Rubio Montiel (1945-1969).
Lago González (1909-1917) fue trasladado a Tuy. Múgica (1918-1923) a Pamplona. Díaz y Gómara (1924-1935) a Cartagena. Gutiérrez Díez (1935-1943) a Cádiz. Cardenal (1969-1983) a Burgos. Diéguez (1984-1987) a Orense. Rodríguez Plaza (1987-1995) a Salamanca. Pérez González (1995-2003) al arzobispado castrense. Y Jiménez Zamora (2004-2007) a Santander. Tal vez Don Gerardo Melgar (2008- ) acabe sus días episcopales en la histórica, fría y despoblada diócesis castellana. No sería malo para el obispado.
Llama la atención tanto obispo itinerante. También tal sucesión de pastores muy aceptables. Se puede decir que no ha habido uno malo. Tampoco grandes figuras de la Iglesia hispana. Seguramente el más destacado fue Lago González que quedó inédito en Santiago, donde tantas ilusiones levantó, por su inmediato fallecimiento.
Y se da también en Soria un caso verdaderamente insólito. Al día de hoy hay cinco obispos en activo que han regido esa diócesis. Don José Diéguez, en Tuy-Vigo, Don Braulio Rodríguez Plaza, en Valladolid, Don Francisco Pérez en Pamplona, Don Vicente Jiménez en Santander y Don Gerardo Melgar en Osma-Soria.
A Don Vicente le mandaron a Santander con intención de que enmendara el mal gobierno de Vilaplana. Y llegó a una diócesis que no había tenido con sus pastores la suerte de la castellana. Porque allí no hubo uno bueno desde Eguino. Supongo que Don Vicente lo estará haciendo lo mejor que pueda y sepa. Cualidades no le faltan y es indudable su ortodoxia y su adhesión al papa.
Sin embargo ha protagonizado dos NO que debería explicar. Estoy seguro de que tuvo sus razones para ello. Pero al no manifestarlas da lugar a interpretaciones torcidas.
El primero fue su negativa a unos fieles que solicitaban el modo extraordinario de la misa. Que el obispo negó. Pasando por un contrario a los deseos de Benedicto XVI. Una explicación de esa negativa, que convencido estoy tenía sólidos motivos, le hubiera dejado en mucho mejor lugar.
El otro NO acaba de producirse. Y es la desautorización del obispado santanderino a la "Manifestación de Fe" de Torrelavega. Unos seglares que sacan a la calle una procesión de Semana Santa al margen de la Iglesia. La única que sale en aquella ciudad.
Da la impresión, y si estoy equivocado que me lo expliquen y rectificaría inmediatamente, que un nuevo párroco decidió, porque el que mandaba era él, que se suprimían las procesiones o la procesión de aquella ciudad. ¿Tuvo ello algo que ver con la sustitución de Don Teodoro? Tal vez sí. Y un grupo de fieles se enfadó y dijo que si el cura no quería a ellos les daba igual. Y que la procesión la sacaban a la calle. Con cura o sin cura.
Hemos visto tantos casos parecidos de dictadura parroquial que no nos extraña uno más. Parece que llevan varios años poniendo los pasos en la calle. Que es donde deben estar el Viernes Santo. Aunque haya curas a los que les moleste. No creo que le moleste también al obispo aunque se haya creído que debe respaldar al párroco.
Yo pienso, y puedo estar equivocado pero para eso están las explicaciones, que lo que se debería hacer es sacar la procesión y con el párroco en ella. Recuperar a los enfadados y no alejarles más. Y si hay un párroco dictadorzuelo que hay que cambiar se le cambia. Que en principio los párrocos que odian las procesiones son, por lo menos, sospechosos. A mí, de entrada, y si el obispo no nos aclara más su negativa, me caen simpáticos los que quieren sacar a Cristo y a la Virgen a las calles de Torrelavega. Comprendo perfectamente que en la Iglesia debe haber un orden. Y una obediencia. Pero cuando se callan tantos NO que deberían decirse se me revuelve el estómago cuando se pronuncia sólo ante unos fieles que quieren el modo extraordinario o que Torrelavega tenga su procesión de Semana Santa.