Sigue la merienda de negros en la Iglesia.

Y el personal comienza a estar harto. Que digan de una vez si el aborto es bueno, o bueno en algunos casos, o malo, que los curas deben ser célibes o casados, y si casados, con hombre, con mujer, o a gusto del contrayente, si las mujeres pueden ser sacerdotes o no, las veces que nos podemos divorciar, ¿ninguna, una, ocho, las que se quieran?, si conviene que exista la figura del Papa o si es mejor que periódicamente se elija un obispo o una obispa para que por tres o cuatro años represente a la Iglesia, o a lo que quede de Iglesia, si cada vez que veamos a un lefebvrista debemos insultarle, apedrearle o abrazarle, si se puede consagrar con Coca Cola o con jamón, y si se optara por el jamón si necesariamente tiene que ser pata negra o si vale el serrano, lo que quieran.
Pero, lo que decidan, que todos se comprometan a mantenerlo un cierto plazo. Por lo menos diez años. Durante los cuales todo el mundo aceptará lo que se haya acordado y no lo discuta. A los diez años vuelve a haber una Asamblea general que decida lo que se va a mantener durante los diez siguientes. Y así sucesivamente. Aceptando todo el mundo lo que para esa década se decida.
Por lo menos nos ahorraríamos a los Martini, Egan, Fisichella, Lombardi, Danneels, etc., etc., etc. No puede decir uno blanco, otro negro y un tercero amarillo. En cuestiones fundamentales. Porque si seguimos así esto se hunde solo. No se puede a la vez criticar el relativismo e instalarlo en la Iglesia. O permitir que se instale.
Parece como si unos cuantos hayan decidido echar un órdago a Benedicto XVI y que, además, éste no sabe jugar al mus. Pues tendrá que aprender, aceptar el órdago y ganarlo. Porque van a por él. Es decir, a por la Iglesia.
El abbé Barthe acaba de publicar un interesantísimo opúsculo titulado Les opositions romaines au Pape (2009) Arroja luz sobre muchas cosas. Y retrata a muchos personajes de la Curia. Que Benedicto XVI encuentra en ella notables obstáculos no es que lo diga Barthe, es que salta a la vista. Y lo más curioso es que son obstáculos que el mismo nombró. Levada ha sido un fiasco y está enfermo, Hummes un error, Dias también está enfermo, Lombardi se muestra incapaz y no piensa como el Papa, a Fisichella acabamos de verle...
Pues algo deberá hacer el Santo Padre si no quiere que esto se le vaya todavía más de las manos. Con Juan Pablo II a quien el gobierno de la Iglesia le producía alergia no pasaba el desmadre actual. Del que cada día vemos una nueva manifestación.