La que se armó en Albacete o los héroes que no lo son.

Creo que al señor obispo no le he faltado en nada. Hasta puse por las nubes su carácter bondadoso. No es mérito por mi parte porque lo sabe todo el mundo. Ya de la diócesis y de parte de su clero es otro cantar. Y pienso que no estaba equivocado en lo que dije.
Porque las réplicas no nos hablaban de un clero piadosísimo y celosísimo, de un seminario repleto, de un laicado comprometido y fiel, de personas llamadas a instruir a sacerdotes y seglares reconocidas por por su fidelidad a la Iglesia, de liturgias irreprochables, de confesiones como están mandadas...
Dos eran los reproches. Que se osara hablar y que se hiciera desde el anonimato. A lo primero es muy fácil responder. Yo oso. Y con mi nombre y apellido. Y poco hablé para las cosas que sé. Sólo me limité a decir que un vicario con más de veinticinco años en el cargo está ya pasadísimo. Y que el Seminario no está como para echar cohetes. Ni siquiera un petardillo. Con un responsable directo. Aunque haya otros indirectos.
Hubo quien respaldó lo que decía. Algunos añadiendo algo más. Todo en la misma línea de que la diócesis necesitaba, de una vez, una renovación tantas veces pospuesta. Y una renovación en fidelidad a la Iglesia.
Se levantaron ronchas entre los partidarios de que todo siga igual. Y no encontraron mejor argumento que denunciar el anonimato de los críticos. Ellos, tan heroicos, no vacilaban en dar su nombre. Pues me río de la heroicidad.
Trasladémonos, por ejemplo, a un Ministerio o a una Consejería de Comunidad autónoma. Supongamos que en ella hay una mala gestión. ¿Qué le ocurriría al funcionario que la denunciara haciendo público su nombre? ¿Hay alguien que abrigue alguna duda? Si, en cambio, otro funcionario saliera diciendo que el Ministro es un genio, que todo se hace magníficamente bien y que los críticos son unos miserables que no se atreven ni a dar el nombre sería felicitado y seguramente ascendido.
Pues, más o menos. En muchas diócesis son numerosos los sacerdotes que no pueden hablar. Porque si lo hicieran sus destino sería el pueblo más perdido de la sierra. Y si fuera seminarista, en la calle al día siguiente. Aunque fuera el único habitante del seminario.
Pues, ¡qué quieren! ¿Pistas para las sanciones? Hacen bien en no dar ni una. Este Blog está abierto a todos. A las denuncias y a las alabanzas. Pero las primeras se refutan desmintiéndolas con datos verdaderos. No con vivas a Cartagena.
Los que critican la caza del progre suelen tener el campeonato de España en la caza al tradicional. Si un cura celebra absoluciones colectivas corre el riesgo de aparecer en los medios como dispensador de las mismas. Y si no quiere aparecer que no las celebre. Si no está nunca en la parroquia, y por supuesto no me refiero a aquel que tiene a su cargo cinco pueblos, pues no podrá quejarse de que se ponga de manifiesto. Que esté. Y si dice barbaridades, que no las diga.
Además, si creen que lo que hacen y dicen es lo bueno deberían estar encantados de que se hicieran públicas sus bondades. Lo que quieren es otra cosa. Que se tape todo. Que no se pongan de manifiesto sus excentricidades o sus barbaridades. Para poder seguir haciéndolas. No se nos vaya a terminar el chollo.
Podría escribir un libro de muchas páginas sobre curas amancebados, algunos hasta con prole, pederastas, homosexuales activos, herejes, sacrílegos, profanadores de los sacramentos, críticos del Papa, de los obispos y de la Iglesia, vendedores de burras viejas como si fueran alazanes de pura sangre, últimamente hasta pagadores de abortos.
Claro que están interesadísimos en que todo eso se oculte. El malvado es quien lo denuncia. Pues va a ser que no.