Muy bien, curita

No suelo hablar de colegas de Blogs. Aunque alguna vez lo haga. Como hoy. Este es un cura malagueño. Que me perdonará, seguro, que le llame curita. Porque lo hago con todo cariño.

Y os voy a decir por qué. Por qué hablo de él y por qué le llamo curita. Lo segundo es por dos motivos. Por edad podría perfectamente ser su padre. Sobradamente. Y además es que como en la fotografía. Se sale por el alzacuellos. Delgadín, con aspecto jovencísimo. Habíamos comido en un restaurante madrileño tres tiburones. No sé cual de los tres tiene más afilados los colmillos. Tal vez el más ingenuo fuera yo dados los muy importantes puestos que ocupan los otros dos. Y como no revelo ningún secreto que no debiera ser público os digo que uno era el director de Religión Digital y el otro el de Vida Nueva.

Había un cuarto comensal pero ese hacía poco al caso. Era un hermano mío, jesuita en Brasil, que estaba pasando unos días en España. Y en esos momentos en mi casa. Nos queremos mucho pero no pensamos igual. En algunas cosas. O en bastantes. Hablamos mucho, nos respetamos mucho y jamás entramos en discusiones. Y ese día me lo llevé a comer con el trío de la bencina. Estuvo encantado y sorprendido. ¿Yo con esos? O, ¿esos conmigo?

Pues, al café, llegó el curita. Y la fraternidad de cuatro pasó a ser de cinco. Tal vez él también se sorprendiera. Como mi hermano.

Pues ese es todo mi conocimiento con él. Hoy ha escrito en su Blog, Diario de un Cura, un artículo estupendo. Os lo recomiendo a todos. Un artículo de cura. Aunque para mí siga siendo curita. Manías de los viejos. Y afectos de los viejos.

Y me recordó algo que viví este verano. Con otro cura que por edad también podría ser mi hijo. Tiene más años que los pequeños y menos que los mayores de los míos. A ese nunca le llamaría curita porque es grandón. En todos los sentidos. Si decía que uno se iba por el alzacuellos de este otro siempre piensas que necesita una talla más. Tiene una hermosa iglesia, rara pero bonita, que está siempre cerrada salvo para los actos de culto. Pero al lado tiene una capillina, con el Santísimo, que está abierta a todas horas. Para quien quiera rezar.

No hay nada valioso que robar. Y mi amigo el grandón es tan listo que al Santísimo, que es lo único de verdadero valor, lo tiene en una caja fuerte. Empotrada en la pared.

Leed el artículo del curita. Lo tenéis en Religión Digital. Seguro que os va a gustar. Lo ha escrito un sacerdote de Jesucristo. Que se siente tal. Aunque yo, con todo cariño, le llame curita.
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