Un clero suicida.

En mi región natal están de elecciones. En las que yo no puedo votar. Me parece normal al no estar yo empadronado allí aunque no entiendo como lo puede hacer un residente en Argentina o Venezuela que tampoco está empadronado en Galicia y que además no la pisa en su vida.

Parece que mis paisanos tienen cuatro alternativas ante los comicios del domingo. Las tres de siempre y la emergente de Rosa Díez. Todo lo demás es tirar el voto. No sirve para nada. Pero lo verdaderamente grave es que un católico que quiera ser coherente con su fe también lo tira si vota a cualquiera de esas cuatro opciones. Lo tira católicamente. En mi opinión.

De ninguna de esas cuatro formaciones políticas puede esperar nada bueno la Iglesia. Tal vez de una o dos de ellas algo menos malo. Pero muy malo. No sé cuantos de los más de cien mil abortos que se realizan anualmente en España corresponden a mi Galicia natal. Pongamos que diez mil. Si ganara la opción que algunos pretenden que es la más favorable a la Iglesia católica tenemos claro lo que iba a ocurrir con el aborto. Quizá no fueran 10.000 y sólo 9.987. Pues como para votarles con entusiamo.

A los católicos no les parece bien la homologación con el matrimonio de las uniones homosexuales. Recuerdo como el candidato del PP acudió a tambor batiente y como figura destacada a uno de esos sucedáneos.

Creo haber leído estos días que el número dos del PP en una de nuestras cuatro provincias fue un militante nudista en una frikyasociación llamada Tetiñas free, exmiembro del partido comunista y después concejal socialista. Pues fácilmente descriptible el entusiasmo católico de quienes le vayan a votar.

La Iglesia no toma partido en estas elecciones. Creo que los obispos han hecho una de esas habituales declaraciones que parece que dicen algo y no dicen nada. Después de haberme leído no sé cuantas, de ésta pasé. Me las sé de memoria. Se las podrían ahorrar. O al menos ahorrarse el trabajo. Copian la de hace cuatro años, u ocho, o doce y sería igual. Dicen siempre lo mismo.

Pero hay un sector del clero, gracias a Dios escaso, entusiasmado con el Bloque y propagandista del mismo. El catolicismo no lo asume ningún partido pero los hay que en su oposición exageran. Y entre ellos está el Bloque. Ahora empeñado en que las fiestas de mi Vigo natal dejen de llamarse del Cristo. Como se llamaron siempre. Hasta en eso se meten.

Con el nacionalismo gallego está ocurriendo lo mismo que lo que se ha visto con el catalán o el vasco. Sus clérigos no predican a Jesucristo sino una patria que se han inventado y que para ellos es lo único importante. Los resultados están a la vista. Han dejado un erial católico. Como católicos son suicidas. Pero, ¿son católicos?
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