Nuestros obispos, monseñor Cerro incluido, son dignísimos al lado de sus hermanos centroeuropeos. A los que les debe encantar hacer el indio. Hasta con plumas como el cardenal de Colonia.
Aquí, gracias a Dios, no estamos acostumbrados a ver a nuestros obispos como al cardenal de Colonia, obispo de Maguncia que, por lo visto en el post anterior supera a todos en el ridículo, o el arzobispo de Salzaburgo. Esperemos que no les dé por imitarles.