Sin el menor ánimo de polemizar.

David sabe de la Compañía de Jesús muchísimo más que yo. Y en su persona tienen los jesuitas un aguerrido defensor. Sine ira et cum studio. Pues es una suerte para todos los lectores. Y también para la Compañía. Gracias a él se corrigen comentarios exagerados o incluso falsos. Y podemos sentar todos, con más base, nuestros criterios. Que terminarán coincidiendo o no con los de David.

No me cabe duda de que muchos de los dieciocho mil jesuitas mantienen la devoción, o alguna devoción, al Sagrado Corazón. Doy por hecho, aunque no tengo constancia pues hace algún tiempo que no piso esa iglesia, no porque me niegue sino porque últimamente no se me ha presentado ocasión, que en la Casa Profesa de la calle Serrano se habrá celebrado la novena al Sagrado Corazón este mes de junio. Sería interesante saber con que afluencia de fieles y comparar la de estos últimos años con las de los años cincuenta o sesenta. Pero no es a eso a lo que quiero referirme. Ni a los Primeros Viernes, el Apostolado de la Oración, hoy tan decaídos y que tenían en los padres de la Compañía sus propagadores más destacados.

Sólo voy a considerar el ejemplo que David nos ha puesto como representativo de que en la Compañía se sigue potenciando la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Y es el de la iglesia de los jesuitas de Toledo que parece ser que va a consagrarse especialmente al culto del Sagrado Corazón.

Esa iglesia, verdaderamente grandiosa, es hoy una gran preocupación para la archidiócesis toledana. En el Toledo histórico sobran iglesias y falta población. Cada vez que se va una orden o congregación religiosa se carga a la mitra con un nuevo templo que no necesita para nada. Y cuya conservación cuesta un dineral. Pues están espantados en el arzobispado de que en un plazo breve se puedan ir los jesuitas de Toledo y dejarles esa espléndida iglesia.

Hoy la llevan como pueden tres o cuatro padres ancianos y su mañana es inciertísimo. Se han programado una serie de actos cuyo programa nos da a conocer David y en él vemos una clamorosa ausencia de la Compañía. Es sobre los obispos sobre quienes recae todo el protagonismo.

Cierto que aparecen dos jesuitas. Pero no son precisamente lo que hoy parece llevarse en la Compañía. El obispo Martínez Camino y el P. Mendizábal. De los que no pocos jesuitas abominan. Y el verbo abominar no es una exageración. Del P. Martínez Camino hemos oído de todo a varios jesuitas menos que le llamaran bonito. Practicamente era un jesuita extra domus. Y el P. Mendizábal está marginado totalmente. Hasta molestó no poco que los obispos le encomendaran los ejercicios espirituales últimos.

Don Braulio llega de una diócesis muy del Sagrado Corazón. Tal vez quiera hacer otro santuario de la Gran Promesa o algo análogo en Toledo. Me parece una excelente idea. Y ojalá encuentre en los padres de la Compañía eficaces colaboradores. Pero eso ya se verá. De momento, David, el ejemplo que nos has traído me parece poco adecuado. Puede ser que porque no tenga yo todos los datos.

Claro que todavía hay jesuitas amantísimos del Sagrado Corazón. El P. Mendizábal, por ejemplo. Y seguro que tú. A mí me gustaría que lo fueran todos. Como lo eran en mis tiempos juveniles. Aunque no llegaran al P. de la Colombière o al P. Hoyos. Que sí llegaron a los altares. Por el Sagrado Corazón de Jesús. Y con esa devoción han llevado, ellos y otros muchísimos jesuitas, infinitas almas al cielo.
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