Lo que va de un obispo a otro.

Don Demetrio Fernández, obispo de momento de Tarazona ha solicitado y obtenido de la Santa Sede un Año Santo para su diócesis con motivo del milenario del fallecimiento de San Atilano, patrón de la diócesis. Con ese motivo se dirige a sus diocesanos anunciándoles el jubileo.

Generalmente esas cartitas de los obispos suelen ser absolutamente prescindibles y seguramente por ello no las lee prácticamente nadie. Muchos años de no decir nada han alejado al pueblo de Dios de ese intento de magisterio episcopal en el que no había ni maestro ni discípulos. Don Demetrio, y afortunadamente cada vez más hermanos en el episcopado, aunque todavía no sean muchos, ha roto con la mediocridad imperante. Dice cosas. Y las dice bien.

De su entrega a la diócesis que el Señor le encomendó, su interés por el santo turiasonense es sólo una muestra más. Y aprovecha la ocasión para animar a los fieles de Tarazona a algo íntimamente vinculado con la indulgencia plenaria y de lo que lamentablemente no suelen hablar los obispos. Son brevísimas palabras, lo impone lo corto del escrito, pero llenas de eclesialidad y de actualidad. La confesión y la unión con el Papa.

Don Demetrio sabe muy bien lo que es núcleo de la Iglesia. Y no desaprovecha ocasión para enseñarlo. En Tarazona ha sido como la lluvia benéfica que empapa los campos mansamente. Ojalá no llegue otro que estropee la cosecha que comienza a apuntar.

Y ahora una pregunta. Sin mala intención. Aquel santo pastor, muerto hace exactamente mil años, terminó sus días como santo obispo de Zamora. Yo a Don Gregorio le tengo muy perdido y tal vez esté ya convocado, sin que yo me haya enterado hasta el momento, otro año santo zamorano. En el caso de que se le hubiera pasado la efemérides, que estoy seguro se debería a inadvertencia y no a mala intención, está todavía a tiempo de solicitarlo de la Santa Sede. San Atilano y Zamora se lo merecen.

Concluyo recordando que hoy tenemos en España un obispo que lleva el nombre de Atilano. Y que todos me dicen lo está haciendo muy bien en Ciudad Rodrigo. Que el Señor le ayude en la imitación de las virtudes que hicieron santo a su tocayo.

P.D.: Me he expresado muy mal si se me entendió, como parece que ha hecho alguno, que un obispo es Don Demetrio y el otro Don Gregorio. No me refería para nada al obispo de Zamora sino al que le dediqué el artículo anterior.
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