Vivir es transfigurar la existencia, transformarla

  1. TRANSFIGURACIÓN

  2. Pablo VI. Una evocación: la noche transfigurada.

         Todavía la tarde – noche del 5 de agosto de 1978, Pablo VI, ya acostado, escuchó la lectura realizada por su secretario, Don Macchi, de unas líneas sobre JesuCristo de “Mi pequeño catecismo para niños” escrito por un amigo íntimo de Pablo VI, Jean Guitton. Terminada la lectura de aquellas páginas, Pablo VI dijo: ahora llega la noche (adesso viene la notte). Fueron las últimas palabras de Pablo VI, que fallecía al alba del 6 de agosto, fiesta de la Transfiguración: la noche quedó transfigurada.

  1. la transfiguración: evocaciones bíblicas.

El relato de la Transfiguración recuerda la permanencia de Moisés ante la gloria del Señor en el Sinaí, cubierto por la nube, y el resplandor de su rostro por haber tratado con Dios.

El texto de la Transfiguración es un mosaico de temas simbólicos:

La montaña: lugar cercano a los cielos, cercano a Dios) Jesús está en Dios.

La nube es el signo de la presencia y de la protección de Dios. La nube anuncia lluvia: bendición y fecundidad, la vida.

La luz: el rostro resplandeciente, los vestidos refulgentes. Jesús es el rostro de Dios.

La voz: Este es mi Hijo, escuchadle. Jesús es la Palabra que Dios nos quería decir.

  1. La Transfiguración es la experiencia (contemplación) cristiana.

         No pensemos que la Transfiguración fue una especie de desfile de moda con vestidos elegantes y resplandecientes.

La Transfiguración no fue un acontecimiento histórico. Probablemente este relato de la Transfiguración es la experiencia de fe en Cristo a la que llegaron los primeros cristianos, los discípulos de Jesús. En Jesús terminaron por ver la expresión, lo que Dios y la vida nos quería decir. Jesús es el rostro -el icono- de Dios. Terminaron por ver a Cristo en Jesús crucificado.

         Aquellos tres discípulos: Pedro, Santiago y Juan, los primeros cristianos discípulos de Jesús, conocían y convivían con Jesús, pero les costó llegar a ver a Cristo en Jesús.

         En algún momento, en algún camino, en algún recoveco de la vida” de la vida vieron, contemplaron a Cristo en Jesús. La Transfiguración es como un adelanto de la resurrección de Jesús. La experiencia contemplativa del Señor resucitado es lo que les llevó a los primeros cristianos (representados en Pedro, Santiago, Juan, etc…) a componer este relato de la Transfiguración.

Jesús se les transfiguró en el Cristo resucitado. La transfiguración no es algo externo, un cambio de disfraces como en carnaval, sino que la Transfiguración es abrir la realidad cotidiana y caer en la cuenta de que la vida y la historia están llenas de sentido. La realidad es un lenguaje que nos habla de algo más que la pura materialidad.

La transfiguración es un acontecimiento de oración.[1]

  • o Hay personas que todo lo que tocan o el ambiente en que viven lo transforman (transfiguran) en nervios y lo problematizan todo; sea en la vida familiar, comunitaria, política, laboral, eclesiástica, etc. Otros, más bien, trasfiguran la vida y los problemas en un clima de paz; hay quien transforma la vida, la enfermedad, los problemas en paz y serenidad.
  • o Hay quien transfigura la guerra en paz, el pecado en gracia, el odio en respeto y amor, la enfermedad en fuente de reflexión y aceptación de la propia finitud, la desesperación en esperanza.
  • o Es también el caso del arte, de la estética: en el fondo es una transfiguración del hierro, de la madera, de la piedra, del lenguaje, de los sonidos y nos transportan un “paso más allá”.
  • o Cuando escuchamos una misa de réquiem, quizás evocando la muerte de los seres queridos, nos transporta, nos transfigura, nos lleva a otras realidades de esperanza, casa del Padre, del cielo, etc.
  • o Un atardecer, un encuentro, una oración pueden transfigurar nuestro ser, nuestra existencia hacia la verdad, la bondad o la belleza.
  • o Nos llegará la noche, la noche de la transfiguración, que expresó y vivió Pablo VI en sus últimos momentos. Es –será- el momento de transfigurar la muerte en vida.

Muchas veces cuando te encuentras con determinadas personas, “no ves nada”, no translucen nada, al menos nada que valgan la pena. El encuentro con una persona sencilla, pobre, humilde, puede transmitir luz, bondad, cercanía...

         Vivir es transfigurar la existencia, transcenderla.

¿Soy persona que transfigura la realidad de la vida?: un nacimiento en la familia, un sufrimiento, transformar el trabajo, la convivencia? ¿Estaré abierto a la transfiguración de la gran noche de la vida?

Lo contrario de transfigurar, de transcender es la intranscendencia. Lo intranscendente es lo que no vale la pena…

Vivir es transfigurar la existencia.

  1. Transfigurar: salir de tu tierra. vivir humanamente es transfigurar la realidad.

         Dios le dice a Abram: Sal de tu tierra, haré de ti un gran pueblo y te bendeciré.

Emigrantes, en cierto sentido, somos todos, que caminamos como en tierra extraña mientras llegamos a la casa del Padre.[2]

  • o Es la misma voz que escuchó el concilio Vaticano II: sal, salid de esas posiciones teológicas fosilizadas, morales represivas, litúrgico-“tutamkamónicas”. Haré de ti un gran pueblo, una nueva Iglesia, pueblo de Dios y te bendeciré.

  • o Es la misma voz que podemos escuchar en nuestro interior: sal de tu tierra estéril, acomodada, adocenada. Haré de ti un gran pueblo y te bendeciré.

  • o Las personas de tono religioso pretenden ver a Dios en lo sagrado: en las cosas y ritos sagrados: en los pasos de semana santa, en la imaginería religiosa, en las grandes catedrales. El cristiano ve a Cristo en lo humano: en el pobre, hambriento, sediento, enfermo, encarcelado (Mt 25).

Transfigurar es transcender la materialidad para llegar a una tierra nueva, una comprensión nueva, una vivencia de la realidad llena de luz y sentido. Esto es ver a Cristo en Jesús: algo de esto es la Transfiguración y ello acontece en nuestro interior personal.

La Eucaristía es una transfiguración.[3] Es importante que la Transfiguración se realice en el pan y vino, pero más importante que seamos nosotros los que quedemos transfigurados.

Este es mi hijo amado, escuchadle

[1] J. Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús de Nazaret. Primera parte. Desde el Bautismo a la Transfiguración, Ciudad del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 2007, Madrid, Ed La Esfera de los Libros, 2007, p 361.

[2]  Dios nos libre de quienes piensan que su patria es donde han nacido.

[3] Trento hablaba de transubstanciación, pero es la misma historia.

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