Dios diferente

— Señor, aquí todo se compra y se vende.
Aquí todos trabajamos por la paga.
Aquí no se da de balde ni el amor.
Tú sigues siendo gratuito.
¿No ves que te vas quedando anticuado?
¿Por qué no fijas honorarios a tu cielo?

— Yo no me vendo.
Soy gratuito, como el horizonte.
Me doy a todo el mundo,
a quienes tienen méritos y a quienes no los tienen.

— Eres un extranjero y hablas un idioma desconocido.
Dices palabras y oímos ruido.
Lanzas ideas y percibimos sonidos.

— Nunca me conquistaréis.
Los ricos jamás me han comprado,
ni los reyes.
Los santos, tampoco.
¡Ni los que han dado su vida!

— Nos dejas en la noche sobre el asfalto sin alma.
Hace frío y no hay casas alrededor.
Sólo una carretera
que se adentra en el bosque.
Queremos ser fieles, pero de un modo razonable.
¿No podemos conseguir algo por méritos propios?

— ¡Hombres y mujeres de dura cerviz!
No sabéis buscarme por mí.
Todos los días estamos juntos
y nos sentamos a la misma mesa…
Y no me conocéis.

— Nos dejas mudos.
Permítenos balbucearte entre lágrimas:
¡Tú eres diferente!
¡Tú eres diferente!

Queremos realizarnos.
Queremos ganar un poco de perfección,
comprar unos granos de autenticidad,
que justifiquen nuestra fe en Ti.

Desde la cárcel de nuestro yo
te gritamos hasta enronquecer:
Enséñanos tu rostro.
No lo hemos visto nunca, nunca.
¿Por qué es hostil a todos los pinceles?
Volver arriba