Egipto bíblico y Europa de hoy

Es posible ver en el Egipto bíblico una imagen de lo que ocurre en muchos países de Europa

Se diría que, en la Biblia, Egipto tiene mala fama. En realidad, el Egipto bíblico tiene sus cosas buenas y sus cosas menos buenas. Es un lugar de acogida y de rechazo, algo parecido a lo que ocurre hoy en Europa. La historia de los israelitas en Egipto es un recordatorio de nuestra propia historia.

Egipto fue el lugar de la primera gran emigración de israelitas, esa emigración que comenzó con Abrahán, un arameo errante que iba en busca de un buen lugar donde vivir. Se estableció en Egipto, donde sus descendientes encontraron trabajo. Algunos incluso prosperaron tanto que llegaron a ocupar cargos importantes en el gobierno del imperio, como José. Cierto, Egipto también maltrató a los trabajadores israelitas, tanto que terminaron marchándose de un lugar que resultaba para ellos inhóspito. Algo parecido ocurrió más tarde con la más famosa familia de la Biblia, la de José, María y Jesús. Ellos también encontraron refugio en Egipto cuando sus vidas corrían peligro. Luego, no sé sabe bien por qué motivo, regresaron a su país de origen.

Es posible ver en el Egipto bíblico una imagen de lo que ocurre en muchos países de Europa. Hay personas que no tienen trabajo, que malviven en sus países de origen y buscan en Europa techo y pan. Esos trabajadores contribuyen a la prosperidad y bienestar de los países que los han recibido. Hay otras personas cuyas vidas corren peligro en los lugares donde viven, y también buscan en la “cristiana” Europa un lugar de acogida, un lugar seguro en el que poder vivir. Pero, en casi todos los países de Europa también hay situaciones de rechazo al emigrante. Quizás olvidamos que muchos de nuestros antecesores (españoles, italianos, irlandeses, polacos, etc.) tuvieron que emigrar, buscando techo y pan en América.

La emigración es un fenómeno propio de la humanidad. Desde siempre los seres humanos han buscado tierras nuevas donde poder comer, y cielos nuevos donde maravillarse. En los albores de la humanidad actual, Europa acogió a los primeros humanos procedentes de África. Todos somos mestizos, y deberíamos ver la emigración como algo normal. Cierto, es necesario regular este importante fenómeno, como también hay que regular otros derechos de las personas. Y ayudar a los países pobres o en guerra para que, en sus tierras, pueda haber trabajo y paz.

Hubo un tiempo en que Europa creyó que el mundo era suyo. Son muchos los nacidos en otros continentes cuyos abuelos o bisabuelos son europeos. Estos abuelos viajaron en una dirección contraria a la que ahora quieren viajar algunos de sus nietos. Desgraciadamente, parte de esta Europa que creyó que el mundo era de todos y, por tanto, también de Europa, ahora proclama que Europa sólo es de los europeos.

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