"Sembrar esperanza desde el amor" "No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer"

"En este domingo se nos invita a vivir nuestro servicio de vida con relación a la fe y al amor"
"El profeta Habacuc nos presenta un escenario desolador, marcado por la violencia y la injusticia, parecido a nuestro escenario moderno"
"La pregunta es: ¿cómo vivir con fe nuestro servicio de amor en un escenario donde podemos sentir que lo que hacemos en bien puede resultar inútil?"
"La pregunta es: ¿cómo vivir con fe nuestro servicio de amor en un escenario donde podemos sentir que lo que hacemos en bien puede resultar inútil?"
En este domingo 27 del tiempo ordinario se nos invita a vivir nuestro servicio de vida con relación a la fe y al amor.
El profeta Habacuc nos presenta un escenario desolador, marcado por la violencia y la injusticia, parecido a nuestro escenario moderno.
La pregunta es: ¿cómo vivir con fe nuestro servicio de amor en un escenario donde podemos sentir que lo que hacemos en bien puede resultar inútil?
No hay que perder de vista que nuestro servicio, en la vocación que cada uno participa por el don recibido, nos debe conducir a hacer lo que debemos hacer, recordando aquello que: uno es el que planta, otro el que hace crecer y otro el que cosecha.
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Tres cosas hay que tener presentes
El Justo vivirá por su fe
El Justo hace el bien, aún a pesar de las injusticias en las que vive y ve, inmerso en la sociedad en la que está en contacto o relación con otros.

Lo que hace el Justo, sin abusar y buscando dar el equilibrio de la justicia, es lo que da esperanza en ese bien, que parece ser como un granito de mostaza en medio de tanta maldad, como nos recuerda en este domingo el profeta Habacuc y Jesús en el evangelio de Lucas.
El malvado en sí, lo que va haciendo en el mal, es lo que cosechará y, acabará cosechando lo que sembró, sin dar vida, y por lo tanto perecerá.
Ciertamente es muy difícil sembrar el bien, parecido al granito de mostaza, en medio de tanta hostilidad e injusticia, pero el Justo acabará brillando porque el espíritu de vida que lo ha conducido en lo Justo lo hará permanecer y crecer.
Avivar el espíritu de servicio por el don que hemos recibido
Bien lo dice Pablo a Timoteo que guarde el tesoro que ha recibido con la ayuda del Espíritu Santo.
Si el don o dones que poseemos han sido una comunicación del Espíritu Santo, entonces, lo primero, siempre, deberá ser mantener una comunión viva con el Espíritu Santo, sea en la oración, en la fidelidad al don y alimentarlo todo en el amor, que nos da la plena sabiduría en todo nuestro vivir, sentir y hacer.
La paz que viene del Espíritu Santo es fruto de vivir en esta comunión con sus mociones, siendo dóciles a su conducción y acción, confiando plenamente en él.
Esto significa estar dispuesto a darlo todo en la comunicación y mociones del Espíritu Santo, sintiéndonos plenos al saber que, en el servicio, somos fieles a lo que hemos recibido y se nos ha confiado. Esto ultimo revela nuestra identidad en medio de nuestra comunidad y sociedad, ocupando el lugar que en el servicio nos corresponde a cada uno, sin pretender o querer más que lo que el servicio nos coloca en el tiempo, lugar y con las personas.

Por eso el compartir nos da la sabiduría de podernos sentir felices en lo que cada uno sirve, entendiendo que compartimos hasta donde debemos dar con generosidad.
El Espíritu Santo comunica esa felicidad a quien es fiel en el servicio de darse a los demás y compartirse. La felicidad nos llena el alma, aunque podamos ver con evidencia ingratitudes, sabiendo que hemos hecho como siervos lo que debíamos hacer.
Vivir nuestro servicio en la caridad
Servir en la caridad, es entender en la sabiduría, que se ha comunicado con amor, en el mayor bien que nos es posible, todo lo que debemos y no más.
Pensemos en cuántas semillas están puestas bajo tierra por donde caminamos, sin percatarnos de esos tesoros ahí ocultos pero vivos, y basta que caiga agua en aquel lugar para que brote la vida que está ahí en espera de esa agua que revela lo que estaba oculto pero vivo.
No dejemos de sembrar esperanza desde el amor, sirviendo con caridad, quizás muchas veces quedarán enterradas esas semillas que hemos colocado en ese servicio de caridad y que un día con poca o abundante agua se revelará lo que se ha sembrado, quizás nadie sabrá o a lo mejor se sabrá quien sembró, lo importante es que se hizo con amor lo que debíamos hacer como siervos.
Sin dejar de recordar que Dios hace bajar esa lluvia, que es la bendición que revela lo que siempre ha estado vivo en el servicio de la caridad.