Comentario al Evangelio del II Domingo de Pascua Ojea: “Nuestra fe tiene siempre el rescoldo de la incredulidad”

Monseñor Ojea
Monseñor Ojea

“En realidad, todos somos mellizos de Tomás, todos nos parecemos tanto a él, nos sentimos tan identificados con él tantas veces”

“El Señor vuelve a hacerse presente, a abrir nuestro corazón de tantos miedos, vuelve a presentarse ante la cerrazón de Tomás”

En el domingo de la Octava de Pascua, Mons. Óscar Ojea ha iniciado su reflexión recordando que “Jesús resucitado se presenta en medio del Cenáculo con sus llagas, con las marcas de sus clavos en las manos. Se presenta a sus discípulos escondidos por miedo”. Según el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, “Él viene de la Pascua, viene de transitar todo, el gran combate, y el Señor lo ha resucitado entre los muertos”.

Jesús y Tomás

Todos somos mellizos de Tomás

En palabras de Ojea, “los apóstoles están llenos de miedo, vienen del temor”, destacando que “no estaba con ellos Tomás, llamado “el mellizo”. Según el obispo de San Isidro, “en realidad, todos somos mellizos de Tomás, todos nos parecemos tanto a él, nos sentimos tan identificados con él tantas veces”. El prelado recordó las palabras de Tomás en el Evangelio: “Si no veo no creo, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y no pongo mi mano en su costado no voy a creer”, lo que llevó a decir que “no cree en el testimonio de los Apóstoles tampoco”, y que “nosotros nos parecemos tanto a él”.

Para el presidente del episcopado argentino, “Tomás es un hombre que, en circunstancias determinadas, se ha dejado llevar por impulsos, se ha dejado llevar por el entusiasmo. Ahora lo visitan el desaliento, la incertidumbre, la oscuridad, la duda”. Por eso insistió en que “nos parecemos tanto a él, cómo nos cuesta creer. Nuestra fe tiene siempre como el rescoldo de la incredulidad. En el fondo de nuestra fe siempre hay algo de incredulidad”.

Cercanía y misericordia del Señor

“El Señor vuelve ocho días después. El Señor vuelve a hacerse presente, a abrir nuestro corazón de tantos miedos, vuelve a presentarse ante la cerrazón de Tomás. El Señor vuelve paciente y misericordioso, se hace más cercano que antes todavía, lo invita a tocar, a palpar, para que pueda llegar a la fe, y Tomás trasciende lo que toca y lo llama: ‘Señor mío y Dios mío’”, recordó Ojea. 

“Después de esta experiencia profunda de cercanía que tiene Tomás al ser visitado por la presencia de Jesús resucitado con sus llagas, podía haber estado sin ellas, pero quiere mostrarle aquellas llagas que son las cicatrices de su lucha, de haber compartido con nosotros las heridas y de haber curado nuestras heridas”, destacó el obispo argentino. Según él, “es la experiencia de la Misericordia del corazón de Jesús”, que insistió en que “Tomás puede tocar esa realidad”.

Jesús abre nuestro corazón y nuestros miedos

“Por eso con él nos sentimos enviados: ‘Así como el Padre me envió, Yo también los envío a ustedes’. Todos los cristianos somos enviados, pero somos enviados por la misericordia de Dios, por haber experimentado la cercanía del corazón misericordioso de Jesús, que ha abierto todos nuestros miedos, que ha abierto de verdad nuestro corazón, que nos ha sacado de esa cerrazón después de la muerte de Jesús”, enfatizó.

Finalmente, Ojea pidió “que el Señor haga, a través de ese corazón inmenso de Jesús resucitado, que podamos sentirnos enviados en misión a todos los hermanos, que cada uno pueda reconocer aquello singular que tiene la misión de cada cristiano”, recordando el texto evangélico: “Así como el Padre me envió, yo también los envío a ustedes”, y destacando que Jesús “sopló sobre ellos y nos regaló el Espíritu”. Junto con ello, pidió “que podamos cumplir y vivir nuestra fe cristiana como una verdadera misión que dé testimonio de la misericordia con que el Señor nos ha amado y nos ha perdonado”.

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